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Apuntes de Niza
Todo ese encanto se perdió el pasado viernes con ese acto cruel y bárbaro que tiene en pánico a Europa.
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Sábado, 16 de Julio de 2016

El acto terrorista es demoledor, cruel, casi apocalíptico. 

No puedo imaginar el temor que viven por estos días la gente de Francia, de toda Europa, y el mundo en general en cuanto ya se está volviendo costumbre que en pocos días, un joven frustrado con el mundo, toma un arma cualquier día y asesina en una discoteca a 50 personas, o entra un grupo a la discoteca Bataclán en París y matan otros 130, o el viernes, un francés, que es los más grave del tema, casado y con 3 hijos, toma un furgón y embiste a un grupo que festejaba por ironías de la vida, el día de Francia. 

Qué ironías tiene la vida: hace algunos años uno de los grandes propósitos de nuestros padres, y aún nosotros, era enviar los hijos a Europa, porque allí en el viejo continente irían a encontrar confort y seguridad. 

Ahora nos da miedo.

Hace muchos años pasé por Niza, y por supuesto que era una de esas ciudades en las que se reunían los ricos del mundo; los yates, los restaurantes, las bellas mujeres, un mundo de riqueza y todo lo que se podía apreciar y disfrutar en esa costa azul francesa, era encantador. 

Muy cerca se encuentra Saint - Tropez, Mónaco, Cannes. Ahí, como en tantos otros sitios de Francia se respiraba el bienestar, el encanto, la belleza. Hasta muy anecdótica en mis años de estudiante por allá, estar en una cafetería justo en el boulevard en donde se produjo el atentando el viernes, y por ahí vi un perro extraviado, y después llegó su dueña, una francesa que llamaba a su perrito Santa Marta porque ella había visitado Colombia y le había encantado nuestra ciudad costera. 

Todo ese encanto se perdió el pasado viernes con ese acto cruel y bárbaro que tiene en pánico a Europa.

Sé que ya algunos han salido a decir que ese es el resultado de las políticas colonialistas que hace muchos años implementaron las potencias. 

Lo cierto es que el choque cultural que se percibe en el país galo después de los últimos 3 atentados, el de Charlie Hebdó, Bataclán y ahora el de Niza, traerán unas consecuencias impredecibles en la política y la vida de los países europeos. Fácil que en estos escenarios de temor y miedo exacerben el nacionalismo, y proliferen políticos estilo Trump, el ultraderechista austriaco, la misma Marine le Pen, o demonios como Stalin o Hitler. 

¿Frente a los muchos interrogantes que aparecen con lo sucedido el viernes, una de las preguntas que no encuentra respuesta, cómo detener esos ataques terroristas?     

Ese es el interrogante que hoy en día tiene en vilo al mundo. Prever o anticiparse a un ataque terrorista es casi imposible. ¿Cómo se le puede exigir a la policía de Niza que sospechare de un hombre que se sube a un furgón, lo prende y lo embiste contra un tumulto de gente que observaba unos juegos pirotécnicos? Quien podría imaginar que se trataba de un loco, de un fanático que nació en territorio galo pero con raíces musulmanas, y de un momento a otro realiza un atentado suicida? Imposible.  Hemos ganado la guerra, pero no la paz, decía hacia 1.945 Albert Eisnten, y peor aún, una guerra despiadada y brutal.

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