No sobra repetir que Colombia eligió desde su fundación el sistema democrático electoral, a saber, la escogencia del presidente de la república y de las cámaras legislativas mediante los votos de los ciudadanos. El sistema se fue mejorando al correr de los años hasta llegar a la participación general que incluyó el voto femenino. Digo que se fue mejorando y no digo perfeccionando para que no se me salga con que no hay nada perfecto.
El mecanismo jurídico permitió que los dos partidos nacidos a mitad del siglo XIX, el Conservador y el Liberal, estuvieran en el poder alternativamente durante esa centuria, en la siguiente y comienzos de la actual. Luego, concretamente desde 2002, ejerció la jefatura del estado una nueva agrupación política, el partido de la Unidad Nacional, o de la U, que permaneció hasta 2018. Los cuatro períodos los coparon Álvaro Uribe Vélez y Juan Manuel Santos, ambos reelegidos. A partir del 7 de agosto de 2018 entró a gobernar el Centro Democrático, partido fundado por Uribe Vélez ante la traición de Santos. Fue elegido Iván Duque Márquez, cuya gestión concluye el 7 de agosto de este 2022.
En estos doscientos tres años, para ser exactos, contados desde 1819 cuando desempeñó la presidencia el Libertador Simón Bolívar, todos los primeros magistrados han sido a carta cabal demócratas.
Los mayores recordamos aquellas elecciones en que se disputaban el mando los dos partidos institucionales de la patria. Recordamos la amargura de los perdedores y la euforia de los triunfadores. Pero salvo los ocupantes de los carros oficiales, todo seguía marchando como antes, es decir, con democracia y libertad. Los más reformadores como Alfonso López Pumarejo y su hijo Alfonso López Michelsen, con ínfulas de revolucionarios, a lo sumo hacían algunos retoques como instaurar el matrimonio civil y el divorcio, poner a las iglesias a pagar impuestos y predicar la función social de la propiedad agraria. Y pare de contar.
Pero las cosas han cambiado sustancialmente: un trabajo emprendido con mucha inteligencia y por todos los medios de lucha desde hace más de un siglo por el socialismo, está dando sus frutos en nuestro continente, particularmente en el sur.
Desde la misma época colonial nos han venido rigiendo unos conceptos que han sido universales, los cuales se quieren arrasar. Son aquellos conceptos de moral, religión, educación sana, trabajo, propiedad privada, Derecho, democracia, justicia, paz, respeto y autoridad. También, de economía estable, seguridad, fuerza pública y libertad en todos los aspectos. En ese mismo acervo se incluye la lengua heredada de España. Todo, en general, quiere ser arrancado por el señor Gustavo Petro y su fórmula vicepresidencial Francia Márquez.
Eso es, ni más ni menos, lo que está en juego este 29 de mayo.
De imponerse el binomio del movimiento llamado Pacto Histórico, aquello de lo que siempre hemos gozado desaparecería, para entrar en una azarosa era marcada por la incertidumbre y el temor a los nuevos gobernantes.
Entonces, amigo lector, ya sabe a qué se expone.
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