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Están vacunando en dólares a los zapateros de Cúcuta
Las zapaterías del barrio San Miguel son las más afectadas, pues están en medio de una guerra territorial entre bandas.
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Viernes, 22 de Noviembre de 2024

El ataque armado ocurrido el pasado martes en una fábrica de zapatos del barrio El Contento dejó al descubierto el grave problema que enfrentan los empresarios del sector del calzado en Cúcuta.

Estas personas, junto a sus familias, viven en constante temor debido a las amenazas de una banda criminal conocida como Los AK47, que ha llevado a muchos al borde de la quiebra y al exilio forzado.

Aunque la extorsión en este gremio es un problema de décadas, en los últimos cinco meses la situación se ha intensificado considerablemente.


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Los AK47, mediante cobros extorsivos y amenazas directas, han obligado a numerosos empresarios a cerrar sus negocios y buscar refugio en ciudades como Bucaramanga o Bogotá.

“Los dos primeros compañeros que empezaron a ser extorsionados ya no están en la ciudad. La amenaza nos lleva al punto de salir huyendo para proteger nuestras vidas y las de nuestras familias”, explicó uno de los afectados, evidenciando la magnitud del temor que generan estas estructuras delictivas.

Inicialmente, los cobros de las ‘vacunas’ oscilaban entre uno y cinco millones de pesos, dependiendo del tamaño de la fábrica.

Sin embargo, esta situación ha escalado y las cifras actuales que exige la banda criminal están fijadas en dólares, alcanzando sumas de entre cinco mil y diez mil dólares. Es decir, entre 22 y 44 millones de pesos.

“Esas cantidades son imposibles de pagar. Esto nos está dejando en la ruina”, aseguró un empresario afectado.

Las víctimas también relatan que para presionar los pagos, los criminales hacen seguimientos detallados a sus familiares, aumentando el nivel de intimidación.


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“Te llaman y te dicen: ‘A tu hija la recogieron a tal hora y la llevaron a tal lugar’. Esto nos obliga a buscar la forma de reunir el dinero como sea”, agregó otro de los afectados.

Los métodos de presión incluyen visitas de miembros armados de la banda a los establecimientos para dejar mensajes intimidantes a los empleados.

En otras ocasiones, disparan contra los locales, dejando marcas como advertencia de las consecuencias de no cumplir con los pagos.

Incluso, recientemente se difundió un video en el que aparecían por lo menos cinco hombres encapuchados de Los AK47 y con armas de fuego en sus manos que dejaban un mensaje claro: “las zapaterías de San Miguel deben alinearse a nosotros, aquí no hay alcalde ni gobernador que frene esta ‘mamaguevada’”.

A pesar de las reuniones sostenidas entre los empresarios, el Gaula y la Alcaldía de Cúcuta, las soluciones parecen aún lejanas.

Según los afectados, las autoridades prometen realizar consejos de seguridad, pero los empresarios continúan expuestos al peligro constante. “Nos dicen que harán consejos de seguridad, pero nosotros seguimos en la boca del lobo”, agregó uno de ellos.

Los barrios San Miguel, El Contento y Carora, principales zonas de fábricas de calzado, son territorios donde bandas como Los AK47, Los Manzaneros y la Familia P se disputan el control.

Esta situación convierte a los comerciantes en víctimas directas de una guerra por el poder criminal en la zona. “Uno escucha los tiros y ya sabe que mataron a alguien. Aquí, trabajar es arriesgarse a perder la vida”, comentó una comerciante.


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Aunque la Policía Metropolitana de Cúcuta reporta una disminución de 129 casos de extorsión en comparación con el año anterior, los empresarios consideran que estas cifras no reflejan la realidad, ya que muchos no denuncian por temor a represalias de estas organizaciones criminales.

“Cuando capturan a alguien, igual toca irse. El resto de la banda sabe quién fue el que denunció y vienen por uno. No hay soluciones reales”, aseguraron.

La crisis ha provocado el cierre de al menos cinco empresas en los últimos meses, generando una pérdida de entre 200 y 300 empleos directos y más de 500 indirectos.

Para los empresarios del calzado en Cúcuta, la decisión parece reducirse a abandonar el trabajo que construyeron con esfuerzo o arriesgar su seguridad y la de sus familias.

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