Horror. Nunca antes habíamos tenido un problema tan grave.
Ni siquiera cuando llegaron los conquistadores, en el siglo XV y trajeron además de importación de curas, gallinas y perros, un grupo de enfermedades que eran desconocidas para los indígenas, como la viruela, y otras desconocidas en el Nuevo Mundo y originaron epidemias que mataron a millones de nuestros antepasados, que no eran vacunados y no habían tenido males graves de ninguna clase.
Casi los acaban.
Pasaron los años y las enfermedades hicieron su agosto.
Entre ellas, la famosa gripa española, que se llevó para el cielo a muchas personas, entre ellas a una tía jovencita, que fue transportada en una carretilla –no había ambulancias ni unidades de cuidado intensivo- y no volvió a ser vista por mi abuela, que la lloró por muchísimo tiempo.
Males mortales ha habido aquí, incluyendo varias guerras civiles y la violencia partidista, que azotó muchas regiones con la complacencia de párrocos y dirigentes, que tenían el cinismo de sostener, como yo lo oí, que “el liberalismo era pecado”.
Hace poco se firmó la paz en contra de la voluntad de los halcones que se lucran con la guerra que iba a poner fin a la pesadilla.
Pero nadie esperaba que nos cayera la desgracia de virus chino, que puso al mundo patas arriba y produjo un miedo generalizado, que no se sabe cuando terminará.
Se tomaron muchas medidas, como cerrar los colegios, los almacenes y los aeropuertos, pero se produjo la ruina de millones de personas, que no tienen que comer ni como pagar sus deudas, incluyendo los servicios públicos, los arriendos y los colegios.
Ha sido fracaso mundial, que ha azotado a países pobres y ricos y ha servido a los demagogos, como Trump, Bolsonaro y Duque, para mostrar sus debilidades.
A las secuelas del cese de actividades por culpa del coronavirus, como el desempleo, el hambre de las clases populares, las empresas quebradas y otros problemas, amenaza con sumarse otra reforma tributaria –más impuestos-, que puede producir ola de inconformidad similar a la que se registró hace siglos cuando el pueblo se tomó La Bastilla y dio origen a la revolución francesa.
Esa es bomba de tiempo que puede estallar si no se toman medidas que alivien la situación de millones de colombianos, muchos de los cuales han colocado un trapo rojo en la ventana para indicar que tienen hambre.
Algunos ricos se han metido la mano al bolsillo para ayudar. Pero se necesita más, mucho más, para alejar el fantasma de una revolución que está a la vuelta de la esquina.
P.D. La alcaldesa Claudia López dio papaya. Y se dejó tomar foto violando la cuarentena con su compañera. Ese es el precio del amor. Ojo. Tiene enemigos que la quieren perjudicar. ¿Será su rival Petro? ¿O Duque? GPT