“Primero, Inglaterra”, esta fue la frase que pronunció el asesino de la joven diputada inglesa, Jo Cox, antes de dispararle por ser una de las líderes del referéndum en la que luchaba para que Inglaterra continuara en la Unión Europea. Sobrecogen las imágenes de apenas hace 4 días cuando la parlamentaria recorre con su marido y sus dos pequeños hijos el río Támesis en la campaña por el No. Inglaterra está conmocionada. Eso fue en Europa; 5 días antes un joven de origen afgano entra a una discoteca en la ciudad de Orlando y mata 50 personas, hiere 53, e igual, Estados Unidos está conmocionado. El miedo se apodera del mundo. Apenas tratábamos de sobreponernos de las imágenes de hace 7 meses, cuando otros terroristas entraron a la discoteca parisina de Bataclán y asesinaron otros 130 jóvenes. Alguien había predicho que, así como el siglo XVIII fue el de la razón, el siglo XIX el de la revolución industrial, los que seguían serían después, serían los del miedo. Es lo que estamos viviendo.
“El miedo cultiva el miedo”. Esa dialéctica lapidaria es la que conocen y aplican los terroristas, en un mundo que está desconcertado. Tiene temor de su futuro. Leía por estos días el escrito de una filósofa francesa, Etienne Balibar, sobre los efectos que puede llegar a tener la llegada de tantos inmigrantes a sus países, y una de sus conclusiones es la de que la inmigración terminará disolviendo la Unión Europea. Ya comienza a hablarse que con la cantidad de refugiados que han llegado, “Europa está en muerte clínica”. La gente tiene miedo porque no saben cómo se van a integrar esos inmigrantes a sus países, cómo van a conseguir empleo, cómo van a vivir. A la parlamentaria inglesa asesinada su victimario no solo le disparó, sino que después la acuchilló; al parecer el hombre que la asesina tenía tendencias xenófobas en contra de extranjeros. Por eso la mató, para que Inglaterra no hiciere parte de la Unión Europea y con ello pudieren llegar más extranjeros a su país.
El mundo cada vez crea más tecnología, avanza en internet, en telecomunicaciones, en formas de comunicación, pero ese mismo desarrollo desafortunadamente también genera su contrario, su verdugo, porque los terroristas se valen también de esa tecnología para mejorar sus armas. Hoy en día muchos jóvenes silenciosamente pueden pasar horas frente a un computador, y en una equivocada apariencia, lo que puede dar la impresión de ser una labor de trabajo o una investigación, en realidad puede tratarse de alguien que lo que está es alimentando odio, llenándose por internet de imágenes e ideas que lo convencen en tomar un arma, y por eso, cualquier noche, aparece en una discoteca y mata 50 personas porque simplemente son homosexuales; ese joven en su mente llegó al convencimiento que había que asesinarlos, que era lo mejor para su comunidad; o también puede aparecer otro, que asesina a un político que defiende la idea de la continuidad de Inglaterra en la Unión Europea, y él cree que no se le debe permitir la entrada a más extranjeros.
Pero esos jóvenes no debaten con nadie, en ocasiones no hablan, como puede ser el perfil del victimario inglés, a quien se le han encontrado unos afiches y un programa, pro nazi de cómo construir un arma. Actúan solos. Vivimos en el siglo del miedo, y por ello el asesinato de Jo Cox es un mensaje cruel para todo el mundo, porque es matar a una mujer que se atrevió a pensar en la unión y la paz de Europa.