La canasta energética tiene tres elementos que necesitan ser analizados por separado: el energético, la infraestructura de transporte y distribución, y la regulación. La disponibilidad, confiabilidad y calidad del servicio de energía eléctrica para el área metropolitana de Cúcuta y el Norte de Santander lo ha hecho el mejor servicio público domiciliario, aunque es tal vez el más costoso.
Un artículo de la revista Dinero muestra como Colombia tiene la energía eléctrica más cara del área andina. Y somos más caros que Chile, el referente suramericano. Aunque tenemos en San Cayetano generación a partir de carbón, el estar en el sistema de transmisión interconectado no nos hace depender de esa única fuente, que sin embargo es importante por estar ubicada en cola del sistema. En energía eléctrica tenemos la infraestructura necesaria y la regulación más desarrollada.
El gas natural por su parte es el caso contrario al de energía eléctrica. Cúcuta ha sido históricamente un sistema aislado de producción de gas natural a partir de pequeños campos productores de gas seco, que han sido insuficientes para abastecer la demanda de la región y que además presentan rápida declinación.
Estamos en espera de la declaratoria de producción del campo Oripaya para saber si puede abastecer la demanda potencial, incluyendo gas vehicular, crecimiento vegetativo y probable crecimiento industrial, que es el efecto que trae disponer de una adecuada canasta energética. La regulación plena no puede ser aprovechada en la región por su carácter de sistema aislado. Por años Cúcuta ha tenido el gas natural más costoso, de menor disponibilidad y confiabilidad del país.
Así Oripaya cubra expectativas, cualquier problema en producción afectará el suministro futuro, pues será prácticamente el único capaz de cubrir la demanda. No estar conectados con el sistema nacional de transporte nos saca del juego nacional, incluyendo aprovechar la regulación más avanzada.
Para el Gas Licuado del Petróleo (GLP) y los combustibles líquidos tampoco tenemos infraestructura de conexión, ni siquiera a la antigua e insuficiente red de poliductos del país. Respecto a los precios, ahí sí nos afecta el carácter monopólico de Ecopetrol y la fijación de precios arbitraria, pues no se basa en consideraciones de mercado sino de recursos fiscales para el estado y la regulación de líquidos hasta ahora se está desarrollando.
El tren al Magdalena Medio serviría para transportar estos combustibles de manera competitiva, lo cual ayudaría a su vez a viabilizar el tren mismo. Igual razonamiento sirve para los biocombustibles, si estos logran superan los problemas de seguridad del Catatumbo.
El tema de la gasolina merece mención aparte. Cúcuta cuenta con un precio especial, pero Ecopetrol no puede abastecer toda la demanda con ese precio. Como mencionábamos en la energía eléctrica, Venezuela tiene los energéticos más baratos pero son también los menos disponibles y de menor confiabilidad. Venezuela es un estado económicamente fallido y sólo falta lo peor: la caída del régimen y la reconstrucción, donde los subsidios desaparecerán. Los energéticos venezolanos serán cada vez más un problema de crimen organizado y menos de relaciones entre estados, por eso no se puede contar con ellos.
Dos cosas son claras, que adolecemos de una adecuada infraestructura energética y que en este campo, a diferencia del transporte ya existe la regulación para que el sector privado haga las inversiones y por eso el estado no las va a realizar. Proyectos como el gasoducto de gas natural, el Cínera o generación a partir de quema de basuras (llamada en inglés Municipal Waste Incineration & Cogeneration) solo se podrán realizar por inversionistas privados y seguir insistiendo ante el estado en formas creativas de hacerlo es seguir perdiendo tiempo y desarrollo.
No tener infraestructura de transporte nos reduce en un porcentaje la competitividad, no tener además infraestructura energética no nos hace dos veces menos competitivos, lo hace en un mucho más alto porcentaje, por eso es exponencial. Hablar de innovación sin infraestructura es como hablar de ganar todo un juego de póquer solo cañando. ¿Y sobre esto que plantean los candidatos que no sea hablar con planeación nacional o con los ministros por intermedio de los parlamentarios?. ¿Qué hacemos como región para que los privados inviertan?