Hoy es el día de la nochebuena, día propicio para festejar en familia, para bailar, para desearnos felicidad. Es la noche en la cual festejamos el nacimiento del niño Dios y ha sido costumbre entre nosotros que para esta fecha y sin que pase desapercibida, le escribamos una carta al recién nacido con la exclusiva intención de hacerle pedidos, más que nada cosas para cada uno. No obstante, el paso del tiempo hoy todavía continúa esta tradición que no se ha extinguido.
Otra forma de lograr obtener un regalo en esta fecha es pedírselo a papá Noel la figura que recuerda al obispo Nicolás de Bari famoso por su generosidad con los niños por allá en el siglo III. Cuando su figura apareció en Norteamérica llevada por los inmigrantes holandeses, cambió su nombre a Santa Claus y se crea la historia que vive en el polo norte y utiliza un trineo para repartir los presentes a los niños que, en España lo ven pasar y esperan a los reyes magos para que les traigan los regalos.
Una carta al niño de Belén escrita por un niño es sencilla, con pocas palabras y directa en sus peticiones, las cuales muy seguramente serán fácil de materializar por parte de los patrocinadores del niño Dios, los padres de los pequeños quienes muy seguramente mañana estarán agradecidos y complacidos por la generosidad expresada en juguetes principalmente
Recuerdo de la niñez que más de una vez me sorprendieron los regalos, sobre todo por inesperados, pero, siempre apareció algún dadivoso para obsequiar un carro de pilas o unos patines metálicos que nunca pude aprender a usar o ropita, como solía decir mi adorada mamá. Bonitos e imborrables recuerdos de aquella época.
Hoy en la adultez madura cundo creemos identificar y abordar los problemas de forma efectiva, hacer una carta al niño Dios es una tarea muy difícil y las peticiones parecen ser inalcanzables, no porque la generosidad se haya agotado, sino porque todo lo que se anhela en esta fase de la vida además de contar con una buena salud, dependen más de la voluntad de las personas y son inmateriales porque tienen que ver con las virtudes y todos aquello que nos ayude a vivir a gusto en los años dorados de la existencia de cada persona.
Hubiera querido redactar esa carta para pedirle al niño del pesebre lo que entre nosotros parece utópico, vivir tranquilos sin los sobresaltos de la violencia y la zozobra de los secuestros. Tener una ciudad segura para que podamos salir a la calle sin temor y con la serenidad que se puede encontrar en otras ciudades del mundo. Podría ser larga y extensa en peticiones esa carta, pero con que nos regale estas dos cosas estaría contento y podríamos celebrar con alegría esta fiesta tradicional sin el estallido de la pólvora y sin quemados por su mal uso.
Hoy nace nuevamente el niño Dios y si no hicimos la carta nos queda tiempo para desearle a todos lo mejor, muchas cosas buenas y que todos tengamos una feliz navidad.
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