Amado hijo Salvador, ha iniciado el último mes del 2022. Este año fue muy difícil para muchos, pero también fue de esperanza para otros. Finalmente, para todos llegó diciembre y con él, la conmemoración de varias fechas importantes del cristianismo y por supuesto, de la economía global que nos circunda.
Iniciamos con La Inmaculada Concepción de la Virgen María o Día de las Velitas, tradición que alegra los hogares y marca el derrotero de 30 días de encuentro, reflexión y desde la fe, el inicio del Adviento. Desafortunadamente en muchos lugares de Europa la guerra no dejará vivir esta celebración en el calor de las familias; primero por la falta de gas, como consecuencia de una absurda guerra entre Rusia y Ucrania que ha dejado miles de víctimas, entre ellos muchos niños como tú, hijo mío, de la misma edad, con los mismos sueños y ganas de vivir.
Quién iba a creerlo, Salvador, que después de sobrevivir a una pandemia, soñábamos que la sociedad entendería la importancia de las cosas y hechos fundamentales, el valor de un abrazo, el deleitarse con el silencio observando con tranquilidad un atardecer y que todos volveríamos a ser más hermanos; pero la acción humana nos llevó a aumentar los índices de violencia y la manera ilógica de resolver los conflictos con el uso de la fuerza.
Padres de familia como yo, quisimos tratar de dejarles un mundo mejor con ideas de paz real y con la naturaleza como templo sagrado para que también, tú, Salvador y los niños de tu edad, puedan conservar y amar el planeta Tierra, que, según las últimas cifras, alberga ya a ocho mil millones de habitantes consumiendo a diario todos y cada uno de los recursos naturales que existen.
También llegan las novenas de Navidad y la cena de la natividad del Niño Jesús, conmemoración eminentemente cristiana que debe llevar a la renovación de votos de fe y de conversión, pero que lamentablemente termina en compras y gastos, lo material sobre lo espiritual y va perdiendo el sentido a la fecha.
Quedan muchas reflexiones este 2022, Salvador. Todos hablan de que el año que viene no va a ser el mejor en temas económicos y que la recesión e inflación, incluidos en regiones como la nuestra, van a ser golpeadas con el aumento de la pobreza y la desigualdad; pero no queda otro camino que tomar las advertencias de los expertos y de manera conjunta entre todos salir adelante. Amado Salvador, tenemos un reto enorme en lo que viene para nuestra querida Colombia y es tratar de recuperar la paz política y social para que, como Nación, podamos construir un mejor devenir para ti y las nuevas generaciones.
Este año 2022 tuvimos retos en abundancia como nortesantandereanos y a pesar de las enormes dificultades, cada uno de nosotros realizó su mejor esfuerzo para sacarlas adelante.
Desde ya debemos plantearnos las expectativas, metas y sueños del 2023 y por supuesto, pensar en que todo es posible. Gracias a los miembros de la familia de la Universidad Simón Bolívar sede Cúcuta por aportar, desde cada una de las acciones, posibilidades de cambio y transformación. Gracias también a ustedes, amables lectores, que durante 30 sábados logramos encontrarnos por este espacio de debate y reflexión; desde ya, les deseo una feliz Navidad en familia; un 2023 lleno de salud y prosperidad, les auguro lo mejor en la esperanza de lo que viene. Amado Salvador, hijo de mi alma, hemos construido y sentimos plenitud en la tarea realizada. Lo logramos juntos, vamos hacia adelante. ¡Hasta el próximo año, espero verlos pronto! Abrazos fraternos.