De acuerdo a los anuncios del presidente Nicolás Maduro, a partir del primero de septiembre los trabajadores de Venezuela empezaran a recibir un nuevo incremento salarial del cincuenta por ciento. Este reajuste es el tercero de este año, pues en marzo los trabajadores recibieron un aumento del 20 por ciento que elevó el salario mínimo a 11.578 bolívares, en mayo se reajustó en 30 por ciento y esta semana el presidente venezolano anunció que los trabajadores recibirán un aumento del 50 por ciento para ubicar el nuevo salario en 22.576 bolívares. Al comparar el salario mínimo de 9.648 bolívares en diciembre de 2015 con el nuevo que empezará a regir a partir del primero de septiembre (22.576), el incremento en estos nueve meses llega al 134 por ciento. Por estar en vísperas de elecciones es casi seguro que en diciembre se haga un nuevo incremento, muy probablemente del cincuenta por ciento, para llegar a 33.864 bolívares y, de esta manera, registrar un reajuste anual de 250 por ciento.
Cuando se anunció el incremento del 30 por ciento a partir del mes de mayo, el mandatario venezolano resaltó que, mientras la derecha en cuarenta años apenas reajustó 9 veces el salario, el Estado Socialista lo ha incrementado en 33 oportunidades para defender al pueblo de la guerra no convencional que ejecuta la derecha para desestabilizar la economía.
Vale recordar que en la República Bolivariana los informes oficiales sobre comportamiento económico son restringidos, por esto, las proyecciones dadas a conocer son muy variadas. Así, mientras los partidarios del gobierno consideran que la inflación de este año no estará por encima del 200 por ciento, el Fondo Monetario Internacional (FMI) pronostica un incremento de precios del 720 por ciento. Para el año entrante la proyección supera el 1.600 por ciento.
Esto permite concluir que mientras las autoridades venezolanas no cambien el sistema económico que han venido implementando con tantos desaciertos, la situación seguirá empeorando. La sequía de divisas generada por el bajo precio del petróleo y la alta deuda fue agravada con la decisión de las directivas del Citibank de cerrar, a partir del 15 de julio, las cuentas que el Banco Central venezolano tenía en la entidad estadounidense.
Por ahora, las relaciones comerciales y económicas con China son el salvavidas en medio de la hiperinflación y la recesión, así como la apertura de la frontera con Colombia para poder tener acceso a servicios médicos, alimentos y educación.