Gustavo Petro en una de sus "brillantes" disquisiciones se preguntaba como en Venezuela pudieron dar de baja al 75% de la dirigencia de la nueva Narcotalia en muy pocos meses, mientras en Colombia en décadas no pudieron. Parece una pregunta inteligente, pero no lo es: es una mamertada.
Fácil, señor Petro: en Colombia vivimos en un estado que permitió un conflicto asimétrico mientras que en Venezuela hay un estado mafioso donde la ley solo sirve al que tiene la fuerza. Y al uso de esa asimetría se acostumbraron los "insurgentes" colombianos. Es lo que llamo el "tacho": si estamos acorralados pedimos tacho, como en los viejos juegos infantiles.
Colombia ha peleado un “conflicto” nunca declarado, donde se lucha contra crimen organizado con leyes de código de policía. Ejemplos hay miles. Cuando Raúl Reyes fue detenido en una avioneta en Cúcuta, una fiscal lo "liberó" y hora y media después pidió su recaptura. Cuando lo soltó estaba a 15 minutos de Venezuela. Roy Barreras "denunció" a Colombia porque en los bombardeos contra campamentos narco guerrilleros morían "niños" de 17 años armados con fusil y punto 50. Robert Kaplan en su libro "gruñidos imperiales" cuenta que cuando estuvo con los asesores gringos en Arauca y se detectaba un jefe guerrillero a capturar, siempre que llegaban ya había huido. Resulta que todos los soldados tenían celulares, un absurdo en zona de conflicto en fuerzas militares que tienen un sistema cerrado de comunicaciones y cualquiera podía alertar a la guerrilla, cuando no era que se informaba a una ía y de ahí salía la información. Y sin ir más lejos, los ataques "jurídicos" a la policía en las asonadas del paro nacional son una constante en el sistema judicial colombiano (o por parte de Claudia López), donde la Corte Suprema dejó libre a Santrich y lo mataron en Venezuela.
La Venezuela de hoy en cambio es un campo de guerra simétrico: plomo contra plomo. Y no hay eso de la proporcionalidad de la fuerza que tanto arguye la jurisprudencia colombiana: allá, Usted me dispara con un fusil, Yo lo destripo con una bazuca. Lo que ha probado la caída de los dirigentes de la nueva Narcotalia es que no eran tan buenos "combatientes" como nos los vendieron, eran "duros" contra indefensos o emboscados. Pero cuando fue plomo a plomo, perdieron. Y si no fuera por esa asimetría colombiana de pelear una guerra con el enemigo adentro, ya hubieran sido neutralizados. Quitar esa lógica, hizo que Álvaro Uribe se ganará el odio acérrimo de los quintacolumnistas dentro del estado. Y no es que Petro no lo sepa; lo ha "usado" toda su vida de "lucha popular". Se está haciendo el “vivo”, el que crea confusión.
Una guerra asimétrica es imposible de ganar y solo lleva a la pérdida del estado, lo que se comprobó con el acuerdo Santos-farc. En un campo de batalla simétrico gana el mejor guerrero, en un campo de batalla asimétrico gana el crimen organizado y Usted lo sabe señor Petro.
Nota final. El proceso revocatorio contra el alcalde Jairo Yáñez ya pasó al primer trimestre de 2022, a punto de cruzarse con plenas campañas nacionales para las cuales se requerirán abundantes recursos. Estos procesos revocatorios en su aplastante mayoría no llegan a nada por lo difícil que es superar el umbral, por lo cual generalmente es plata perdida y el alcalde que quieren sacar se consolida, entrando a jugar políticamente en la siguiente elección. Y en el caso muy improbable que ganen, la nueva elección de alcalde se cruzaría de lleno con el proceso electoral presidencial de 2022, para lo cual se requerirían nuevos recursos, difíciles de conseguir por lo que tendríamos alcalde nombrado al menos medio año y el nuevo alcalde electo lo sería por algo así como un año. Para los que buscan la revocatoria, ¿es tanta la orfandad del poder que van a “invertir” buscando un año de poder?
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