El 23 de enero es una fecha mítica en la historia de Venezuela, recordada por todos sus habitantes, fecha que ha dado lugar a múltiples expresiones de evocaciones y exaltaciones, como el nombre de uno de los barrios más populares de Caracas. El 23 de enero de 1958, es casi como el 9 de abril para nosotros aunque por hechos distintos.
El 1° de enero de 1958, hubo un alzamiento militar en contra del dictador Pérez Jiménez, quien llevaba ochos años en el poder y quien había impulsado un gobierno de corte nacionalista, administración que hacia 1952 se había beneficiado de un aumento en el precio internacional del petróleo que le permitió hacer grandes obras públicas, promover la inmigración de europeos e impulsar medidas que en algún momento tuvieron respaldo popular, pero el 23 de enero cayó el dictador. La historia está pronto a repetirse en cualquier momento con Nicolás Maduro. Es cuestión de pocos meses, o quizás días. La situación de Venezuela es insostenible.
El 23 de enero de 1958, cuando cayó Pérez Jiménez huyendo en un avión Douglas –aeronave conocida como la “vaca sagrada” –, con destino a República Dominicana para que lo recibiera otro dictador, Leónidas Trujillo, que por esos días tenía su propio desprestigio y rechazo popular; Trujillo desde la casa de gobierno se había convertido en un proxeneta, se había fijado en una de las hijas de un hacendado de apellido Mirabal y para ello organizó una fiesta en palacio, recibiendo de Minerva una cachetada a la vista de todos después de la propuesta del dictador que no estaba acostumbrado a que lo rechazaran. Después aparecería asesinada. Así son los dictadores.
Cuando Pérez Jiménez huyó de Venezuela ese 23 de enero de 1958, a última hora no alcanzó a subir en su avión un maletín lleno de dólares que se le quedó y que fue lo primero que encontraron las fuerzas golpistas en el palacio de Miraflores. Es probable, que ahora Maduro esté preparando unas maletas similares, pero lo más difícil, tratando de encontrar los dólares para llenarlas y mirando la lista de dictadores en el mundo que puedan recibirlo. Un candidato podría ser Ortega, el de Nicaragua o Evo Morales en Bolivia. Esa es una de las tareas y angustias que por estos días tiene el nuevo dictador venezolano cuyos días están contados.
Los dictadores en ocasiones expiden leyes para tratar de conjurar una situación de crisis, o en algunos casos, tratando de manera infructuosa de encontrar respaldo popular. Pérez Jiménez por ejemplo en 1956 expidió una ley que denominó de “vagos y maleantes”, tratando de distraer la población encerrando en las cárceles a vagos y ladrones, buscando de manera tardía respaldo popular porque por esos años la situación comenzaba a ser difícil. Ahora, Maduro toma una medida de desespero a través de su Tribunal Supremo, de angustia como lo hacen los dictadores que saben que sus días están contados, al ordenar cerrar el poder legislativo lo que le ha generado rechazo y mayor presión mundial, mientras la situación de deterioro social en su país adquiere niveles de crisis humanitaria. Cuba podría ser otro lugar de destino para Maduro.
Cuando el 23 de enero de 1958 cayó Pérez Jiménez, la gente salió a las calles a celebrar. Había motivos para hacerlo. Venezuela llevaba más de 25 años de sucesivos gobiernos militares y por eso salieron a las calles a festejar la posibilidad de tener democracia. De esas expresiones en alguna ocasión fui testigo. Hace algunos años caminaba por una calle en París, vi cómo la gente festejaba en los campos Elíseos y no entendía de qué se trataba. Me acerqué y muchos argentinos celebraban la caída de la dictadura en Argentina. Ahora cuando se derrumbe la dictadura de Maduro, la celebración será diferente. Cuando aconteció el 23 de enero de 1958, la gente salió a festejar para tratar de encontrar espacios democráticos. Ahora, con la caída de Maduro, tratarán de encontrar otra vez esa idea de democracia tan esquiva, pero con más angustia, tratarán de encontrar alimentos, medicina y un espacio para reflexionar, porque la reconstrucción de su país será difícil y prolongada. Mientras eso suceda, Maduro en Nicaragua o Cuba contando los dólares que pudo sacar para que no se repita la historia de Pérez Jiménez que olvidó un maletín antes de huir.