Amables lectores: La columnista Alexandra Pumarejo, hablando de la malicia indígena y del extendido cuento de que el vivo vive del bobo, narra una anécdota que encaja a la perfección cuando estamos buscando demostrar el dicho cuento anterior. Cuenta la columnista que en una plaza de mercado, un señor ya entrado en años, tenía una venta de melones en el que había colocado sobre la fruta un aviso que decía: “un melón por $9.000 y 3 melones por $30.000. Un joven llegó a comprar un melón, pero al leer el aviso y creyéndose muy vivo, decidió comprar de uno en uno los melones hasta llegar a 3 pagando $27.000.
Sintiéndose el mayor genio del mundo y el más sagaz, le dijo al dueño del puesto: ‘usted con los años que tiene, le faltaron definitivamente unas clases de mercadeo. Compré 3 melones gastándome $3.000 menos de lo que usted pedía’. El señor sin hacer gesto alguno le contestó: ‘usted, jovencito, es quien carece de conocimientos de mercadeo. Le acabo de vender 3 melones cuando usted solo venía por uno’”.
En la actualidad se ensalsa a quien piensa aprovecharse de algún error de los demás. En la historia anterior, el comprador habría podido cuestionarle al vendedor el porqué de los precios, pero prefirió alardear de su astucia ante la aparente ignorancia de la persona mayor. Eso mismo lo vemos reflejado en la historia presente donde se le rinde culto a la juventud y olvidamos la inagotable fuente de sabiduría que son los mayores. Se mira por encima del hombro a la tercera edad sin beber de sus conocimientos. Se piensa que con los años las personas se vuelven más ingenuas, cuando la realidad es todo lo contrario. No podemos seguir exaltando más al vivo que al sabio. Aprovechemos en la sociedad el gran legado de los adultos mayores y pongámoslo en práctica.
Hoy debemos tener muy clara la respuesta a una pregunta de gran trascendencia: ¿La educación para que? Explica el columnista Manuel Guzmán que existe una educación para la renta que nace de racionamientos elementales de la madre en el hogar: “Hijo estudia algo que le permita conseguir plata y si la carrera es de pocos años, mucho mejor, porque el objetivo se obtiene más rápido”. Si es una niña que muestra deseos por el estudio del arte, recibe como respuesta de un padre machista: “Me parece bien, siempre y cuando te sirva para conseguir en la universidad un marido con plata”.
La educación para la renta es el criterio que se viene imponiendo. Las universidades enseñan que se deben tener competencias y no cooperación. En este sistema pasa a un segundo plano la justicia social. El otro sistema de educación llamado para la democracia reconoce que estamos en un mundo complejo y que solo crecer es un espejismo que puede ser muy peligroso. Da una formación integral que lleve a la construcción de una sociedad viable
en un mediano plazo, que logre enfrentar el cambio climático sin lamentar que con este cuento se acabarán negocios como la extracción del carbón y este debe quedarse bajo tierra.