Para el socialismo, las formas de la democracia liberal, el imperio de la ley, la separación de poderes, el control de todo agente público, las elecciones, la prensa libre y demás gabelas, son solo otra forma de lucha para llegar al poder y no soltarlo más.
Eso hicieron Hitler, Chávez y otros extremistas después que la violencia no les funcionó. Tanto Hitler como Chávez intentaron golpes de estado fallidos, fueron detenidos y liberados de la cárcel en aras de “paz política”. Los extremistas no quieren paz, quieren el poder.
Y eso ha hecho la izquierda en cabeza de Petro. Cómo parlamentarioexigía garantías totales a la oposición, respeto a la protesta violenta y dirigida, hacía acusaciones temerarias recogidas por la prensa progresista y demás derechos que le daba la democracia, hasta excederse y exigir la supremacía de la legislación internacional sobre la nacional, siguiendo la guía globalista.
Pero ya en elpoder esas "gabelas" de la democracia molestan. La ley ya no es la regente de las relaciones entre ciudadanos y de estos con el estado. La ley debe estar al servicio del regimen y si eso no sucede "no quieren dejar gobernar". La separación de poderes debe desaparecer en aras del poder popular; si eso no sucede el "pueblo" debe tomarse las calles, entiéndase las sedes de las Cortes, el Parlamento y los organismos de control, vandalizando sus oficinas y amenazando contra la integridad personal de los representantes de los otros poderes.
Activar cualquier mecanismo de control de las acciones del ejecutivo se convierte en un acto de ataque político y un intento de golpe blando, sin violencia. Los medios, para el socialismo, que no alaben las virtudes del "narco-cambio" son agentes de la ultraderecha que incitan a un golpe duro, con violencia. Y lo que digan las elecciones después de tomado el poder no importa y se buscará convertir a los órganos electorales en bufones del poder, como hoy sucede en Venezuela.Y describir esta conducta clásica del socialismo en las redes y entre los ciudadanos es una manera virtual de hacer juego al golpe.La ley “burguesa” no aplica a los socialistas, solo la utilizan.
Por eso, logrado el poder de esa manera, que podríamos llamar "uso y usufructo de las leyes burguesas",es necesario consolidar el poder y para eso se apelará a la violencia “popular”(brotes populares espontáneos, “estallido social” como llaman a las asonadas preparadas), mientras las fuerzas de seguridad se maniatan con los derechos humanos y funcionarios sin moral, como el ministro de defensa y el comandante del ejército, van convirtiendo unas fuerzas militares profesionales en esbirros de regimen. Ese nuevo generalato “progresista” aspirara a ser parte del poder como en Venezuela.
Y así se fragua el autogolpe. Se "fabrica" un golpe que permita eliminar las talanqueras burguesas y detener a los golpistas de las Cortes, a los parlamentarios contrarios y a los jefes de los entes de control y llamar a una nueva constituyente popular en respaldo de la paz total.Decían que en Colombia eso no podía pasar como en Venezuela y está pasando.
O como ciudadanía cruzamos el Rubicón y salimos a la calle organizados a defender la democracia liberal e impulsar una agenda descentralizadora que acabe la presidencia imperial o seremos otra ciudadanía cuya torpeza mental, falta de carácter y moral móvil perdieron otro país y seremos la próxima diáspora.Y no podemos “entramparnos”en nuestra juridicidad progresista mientras se da el autogolpe y Colombia cae en la pesadilla socialista. O nos organizamos o somos los siguientes migrantes que darán lastima.
La ciudadanía debe tomar en sus manos su futuro, pues confiar que nuestro parlamento va a impedir que pasen reformas procolectivistas es un absurdo, pues los congresistas tienen conciencia maleable con la mermelada. El poder judicial es santista; que peligro. Los órganos de control, más temprano que tarde pasarán a manos del progresismo.
Solución: ¡Resistencia callejera organizada ya!