La pandemia causada por el coronavirus no ha terminado, por el contrario, está vigente y con mayor fuerza. Los casos registrados en la ciudad durante los días recientes nos avisan que están en niveles ascendentes y se presentan tal como es esta nueva enfermedad que, varía mucho entre los pacientes, desde los asintomáticos hasta los casos graves que requieren ser internados en las unidades de cuidado intensivo (UCI), sin que pueda predecirse quien padecerá una u otra forma.
Desde cuando se inició la pandemia una de las mayores preocupaciones ha sido que los servicios hospitalarios pueden llegar a ser insuficientes para atender la demanda si los casos crecen en forma desproporcionada y más allá de esto preocupa la disponibilidad de camas en UCI, que sea apropiada su oferta. Por esto es que se han implementado salas de este tipo alternas o suplementarias a las ya existentes y se monitoriza cada día su ocupación para determinar las alertas cuando este porcentaje sea alto.
Pues bien, en Cúcuta la ocupación de las camas UCI ha superado el porcentaje seguro, llegando en algunas clínicas a su ocupación total. Esta preocupante circunstancia ha provocado la declaratoria de alerta roja por parte del gobierno municipal al tiempo que por medio de un decreto se dictaron algunas medidas tendientes a disminuir el número de contagiados.
En este decreto se identifican por comunas las zonas con el mayor número de casos en la ciudad, la mayor parte de ellas localizadas en los barrios periféricos. Se suspende el plan piloto del consumo de bebidas alcohólicas en los locales autorizados, establece horarios para los comercios en las zonas identificadas como de mayor contagio, se restablece el pico y cédula para la compra en supermercados, así como también para realizar trámites bancarios o similares, se prohíben fiestas y eventos que convoquen aglomeración de personas y se exhorta a la ciudadanía para que tenga un autocuidado responsable.
En las circunstancias actuales, considerando la gravedad y la alerta roja, estando ad portas de un colapso del sistema hospitalario, estas disposiciones son pocas y se quedan cortas. Las medidas de choque necesarias que deben implementarse en la ciudad y el departamento deberían tener mayor contundencia, contener un grado más alto de restricciones y que vaya más allá de las ya expuestas, porque la situación es grave y tiende a empeorar. Hay que actuar teniendo en cuenta las experiencias de otras ciudades del país y de distintas latitudes. Volver a la cuarentena gradual y por sectores no es descabellado, sino apremiante.
La economía se resentirá de nuevo, como ya está probado que ocurre, pero si crecen los contagios de forma incontrolable, tendremos un caos con resultados desastrosos y no habrá forma de atender con diligencia a los enfermos y los decesos nos mostrarán cifras para lamentar. A la gente de los barrios más afectados hay que llegarles directamente para divulgar entre ellos las medidas tomadas, hacer pedagogía sobre la importancia del autocuidado y el confinamiento, al tiempo que se hace el rastreo de los casos identificados y sus contactos.
Esa contundencia en las medidas debe darse ahora, cuando todavía es oportuno hacerlo, postergarla es un riesgo muy alto porque podría tener consecuencias desastrosas.