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Democracia y avivatos
Esa es la otra Colombia que existe, la informal, la de las pirámides, la del soborno, la de que todo se puede.
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Sábado, 13 de Febrero de 2016

En alguna ocasión pasó por Colombia un profesor español y de regreso a su país le preguntaron cuál era la percepción del país que acababa de visitar, qué pensaba de esta parte del nuevo mundo que había conocido, y llegó a decir que aquí no había una sola Colombia, sino varias. 

Expresó que esta era una nación muy dividida y fragmentada. 

Esa fue su visión y es cierta. Y una de esas divisiones del país se da entre quienes acatan la ley, los que pagan impuestos, nunca tratan de sobornar a ningún servidor público, no se pasan un semáforo en rojo, hacen colas en una eps, y los que no, los colombianos que están convencidos que es posible por ejemplo desviar las aguas de un río, utilizarlas en la producción de minería, y no les interesa que cerca de 7.000 niños mueran de sed en La Guajira, o vertir cerca de 180 toneladas de mercurio en los ríos y que envenenen gente, pero no, ahí lo que interesa es el lucro personal. 

Esa es la otra Colombia que existe, la informal, la de las pirámides, la del soborno, la de que todo se puede.

Y cuando esa segunda clase de colombianos, para los que el todo vale, todo es posible, toda persona tiene un precio y se acercan a los temas públicos e intervienen en temas que interesan a la ciudad, pues ahí suceden desastres, o aparecen verdaderas telenovelas como la que ya vivimos por estos días con la elección de contralor de Cúcuta. 

Esta ya es una película, en la que la justicia se empecina en tratar de demostrar lo indemostrable: que si se ajusta a la ley el que el Concejo de Cúcuta deba elegir obligadamente a una sola candidata, cuando la constitución dice que deben existir varios candidatos. 

Y no se queda sólo en esa argumentación, el togado abre un incidente de desacato para que se cumpla algo que no está en la constitución ni la ley. 

Por eso esta película ya es una telenovela. Y es que en esta democracia de avivatos, hay otra perla, otra telenovela, cuyo protagonista es el popular “John Calzones”, alcalde de Yopal, quien amenazó a su abogado porque  fue a pedirle que le pagara sus honorarios, y la respuesta del alcalde fue contundente y directa: “Yo a usted no le pago nada, porque el resultado que obtuve lo hice fue sobornando al poder judicial, y me cumplieron”. 

Que tal la belleza de mandatario, que sigue despachando desde una cárcel.

Y en ese eterno dilema que vivimos en Colombia, entre los que siguen la ley, y los que no creen en ella, quienes la infringen y se la pasan por encima al precio que sea, de manera lamentable frecuentemente reciben mensajes del propio gobierno que los lleva a pensar que tienen razón en lo que hacen, que está bien en hacerle el quiebre a la ley. 

Claro, qué puede pensar el colombiano del común cuando escucha en noticias que el gobierno va a dar ejemplo en austeridad del gasto, y publicitaron hasta donde más se pudo el sacrificio del ministro Cárdenas que viajó en clase económica a Suiza, y a la semana siguiente, fletaron un avión lleno de lagartos a celebrar en Estados Unidos el Plan Colombia, o el nuevo escándalo de Reficar, e incluso, las mismas protestas de Trasmilenio en Bogotá en las que se dice que detrás de ellas está el mismo Petro; por eso, esa cultura del avivato gane más espacio, y logra que los informales le ganen a los formales. 

Esa es la democracia, la colcha de retazos que nos toca vivir.

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