Faltan 15 días para las elecciones regionales y normalmente hay muchas expectativas; se hacen promesas de cambio y se habla de transformar las ciudades y las regiones.
Por ejemplo, de lo que más se ha escuchado por estos días es que mejor que hayan cerrado la frontera porque ahora sí habrá un “Norte Pa´ Delante”, que rescataremos la ciudad, por fin haremos el acueducto metropolitano, habrá una educación pública envidiable, pavimentaremos calles, crearemos empresa, en fin, como dijo en alguna ocasión el poeta francés Victor Hugo al leer una constitución nuestra: “Si todo lo que dice ahí es cierto, ese debe ser un país de ángeles “.
Menos mal que al parecer nunca vino. Ha sucedido en muchas ocasiones, y más por acá, que varias de las promesas se quedan en nada.
Hacia el 25 de octubre muchos de los que nunca creen, que no participan, que no salen a votar y que son más del 50% de los electores, son los que en definitiva deciden con su pasividad, pues finalmente permiten que los candidatos mentirosos y ladrones ganen con pocos votos. Esa ha sido nuestra democracia, por eso deberían salir a votar.
Una de las mejores definiciones que he leído sobre democracia la dijo Borges: “La democracia es una superstición muy difundida. Un abuso de las estadísticas”, y sí, cuando se habla de ella se habla de supersticiones, nos encumbramos en lo más alto en los ideales del Estado.
Por ejemplo, en estos días vimos al presidente darse la mano con Timochenko en la Habana, llegar a un acuerdo sobre el marco de la paz, en algunas partes hasta sonó el himno nacional, y tan sólo 10 después, las Farc se tiraron la fiesta diciendo que no estaban de acuerdo con muchas de las cosas de las que se habían hablado.
Algo de las supersticiones de las que hablaba Borges, pero aún vivimos de ellas. Bendita democracia nuestra. Pero volvamos al 25 de octubre. Debemos salir a votar porque hay muchas tareas pendientes para la ciudad y para la región.
Por ejemplo, ante nuestra nueva realidad de cierre de la frontera, creo que la principal necesidad regional y de ciudad es la de evitar nuestro aislamiento con el resto del país. Ahí está nuestro talón de Aquiles.
Por mucho tiempo esta zona de frontera vivió de otra superstición, otra realidad, y era que estábamos más integrados a Venezuela que a Colombia. Creamos toda una infraestructura económica y cultural que dependía totalmente del vecino país. Como ahora eso se acabó, y en eso hay que darle incluso las gracias al presidente Maduro. El ya hizo su parte.
Ahora nosotros debemos hacer lo que nos corresponde para salir adelante, y esa tarea en conectar a la región al interior del país con la carretera central del norte. Nuestro gran problema para hacer industria y empresas en esta zona del país es que no tenemos como sacarles a otros departamentos. Producir algo aquí es muy difícil porque el costo del transporte es muy alto.
Eso hace que muchos campesinos nuestros tengan que botar sus productos porque no tienen ninguna posibilidad de comercializarnos.
La gran franja de abstencionistas deben salir a votar el 25 de octubre para tratar de escoger lo mejor para nuestra ciudad y departamento, porque de lo contrario, caeremos en otra superstición más compleja e indescifrable, y es que afortunadamente dejaremos de depender de Venezuela, pero no logramos tampoco integrarnos a Colombia. Tremendo lío.