Vuelve y juega, viene la canciller Holguín a Cúcuta y su desorientación sobre lo que realmente está pasando en la frontera es alarmante. Pero la realidad es otra, el problema no es la actitud de la Doctora Holguín con la ciudad y la región, la dificultad es nuestra porque volvemos a pecar de ingenuos al creer una vez más que un representante del Gobierno nacional va a solucionarnos los problemas. El tema es muy claro, cuando la ministra de asuntos exteriores se baja del avión en Cúcuta para tratar el asunto de la migración de los venezolanos aquí en la frontera, está pensando más en la embajada o el destino internacional que asumirá a partir de agosto, cuando termine el gobierno de Santos, que en encontrarle una solución a los problemas que atraviesa la frontera.
Es probable que cuando la Doctora Holguín venía de afán a la reunión de Cúcuta, en el aeropuerto de Bogotá, algún asesor despistado que quizá ni siquiera conoce la ciudad, le dijo algo así: “jefe, ese tema de la frontera no es tan grave como dicen allá en Cúcuta. Y además debemos ser solidarios con los venezolanos y que allá el gobernador y alcalde que miren a ver qué hacen para recibirlos. Ese es un problema de ellos, no nuestro. Lo que pasa jefe es que esos cucuteños joden mucho”. Y con esa información la ministra María Ángela Holguín, que en el vuelo estaba pensando si le convenía más la embajada de Londres o Roma, aterrizó en Cúcuta.
Pero aquí nosotros además de ingenuos, tal como sucediera en Macondo relatado por el nobel en 100 años de soledad, sufrimos de una especie de amnesia colectiva, pues ya se nos olvida que hace apenas años y medio el presidente Santos llegó a decir que el Catatumbo se parecía al Bronx en Bogotá, ese barrio de la capital lleno de hampones y drogadictos y aún no entendemos porqué Santos hizo esa comparación con nuestra región. Es probable que también estuviere asesorado por el mismo consejero de la ministra. En todo caso, probablemente 6 meses después la academia de Suecia tuvo en cuenta esa profunda reflexión de Santos sobre los verdaderos problemas del Catatumbo, para otorgarle el nobel de la paz.
Aquí vuelve y juega, tenía razón hace algunos meses Manuel Guillermo Cabrera cuando escribió la columna que se tituló “la sacaron barata”, en la que refería a otra visita desafortunada de las ministras de Comercio, Trabajo y Relaciones Exteriores a nuestra ciudad, una vez más, la cual parecía que vinieron de paseo más que por razones oficiales, y en la que en esa ocasión se volvía a insistir en lo que ya hemos reiterado en varias ocasiones: la expedición de un estatuto tributario especial para la frontera, en el que se tengan en cuenta los mismos beneficios de la ley 223 de 1995, que le concedió beneficios de IVA e impuesto a la renta para el Amazonas. Las herramientas las tenemos a la mano, lo que sucede es que a nuestra ingenuidad y amnesia colectiva, ahora hay que sumarle nuestra incapacidad política.
Es probable que en lo único que estuvo orientada la ministra, en donde si hay que reconocer que actuó con ponderación y mesura con la frontera, es que en Bogotá otro asesor despistado le alcanzó a sugerir la posibilidad de que la verdadera solución al problema de Cúcuta era construir un muro parecido al del Presidente Trump en México, y además que lo pagara Maduro. Posiblemente la Doctora Holguín analizara la propuesta, y con mucha prudencia, llegó a la conclusión que lo más seguro es que lo construyera el grupo de Luis Carlos Sarmiento, y al igual que con el puente de los Llanos, el muro también podría caerse y por eso no tuvo en cuenta esa propuesta. Sin duda una buena decisión de la canciller. Tampoco todo es tan malo como dicen, lo que pasa es que los cucuteños jodemos mucho…