Una semana después de las elecciones regionales ganaron las maquinarias y los grandes intereses económicos sobre las ideas y los partidos políticos que quedaron muy debilitados. Muy buena noticia para Bogotá el triunfo de Peñalosa. Le da esperanza y posibilidades a una capital que cada día se acercaba más al caos. El voto de opinión tuvo aceptación en ciudades como Bucaramanga, Cali y Medellín, en donde candidatos cívicos derrotaron los partidos. Entre nosotros creo que quedaron más preocupaciones que tranquilidad por nuestro futuro próximo. Aquí por encima de todo triunfó el dinero, llegándose a afirmar que las dos primeras campañas a la alcaldía invirtieron más de 40 mil millones de pesos. Probablemente muy cierto y por ello en la recuperación de esos dineros tan sólo basta esperar que la ciudad no siga perdiendo. Pero mientras ello sucede, ya en temas de educación, tenemos la mejor estudiante del país, y hoy en día hay una polémica cultural que tiene no solo connotaciones mundiales, sino igual muy nuestra.
El ministro de educación del Japón le pidió a 86 universidades que tienen programas de ciencias sociales y humanidades que cierren esos programas, porque son inoficiosos, no dan dinero, y 26 universidades ya lo hicieron.
En esa misma línea, aquí en Colombia, Colciencias hizo una convocatoria de 727 programas para hacer trabajos de investigación, de los cuales 189 son para estudios de doctorado, y para sorpresa, no calificó ninguno de humanidades ni ciencias sociales. Este es el resultado de un mundo que cada vez avanza de manera vertiginosa hacia la consecución de bienes materiales, de conseguir el poder político al precio que sea, un mundo que no cree sino en el confort, al enriquecimiento a costa de lo que sea, si es necesario de carruseles, de cometer delitos, pirámides, de defraudar a quien sea. Ese el mundo de hoy y por ello la política es una expresión de esa incultura que cada vez se apodera más de nuestras vidas, así haya que invertir más de veinte mil millones para ganar unas elecciones. Antes en nuestro departamento llegar a ser gobernador o alcalde era una dignidad. Todo esto se refleja en que muchos de los candidatos que vemos hoy en el país no tienen ningún perfil académico o humanista. La gran mayoría no son int
electuales. Comercializan con la política. Ya en las tarimas no hay discursos ni planteamientos serios sino que se ganan las elecciones hasta cantando rancheras.
Hasta el premio nobel de literatura Mario Vargas Llosa escribió sobre ello, la civilización como espectáculo. Un mundo en donde prevalece lo trivial y frívolo. Frente a esta polémica, en las que las ciencias sociales están acorraladas, el decano de la universidad nacional Ricardo Sánchez llegó a señalar con acierto, que hoy en día vivimos una hora muy mala de crisis de autoritarismos contra las ciencias humanas. Colombia enfrenta un conjunto de situaciones difíciles, en donde más que problemas científicos y técnicos, son problemas sociales y culturales. Ahora que ya elegimos a los nuevos mandatarios regionales, esta polémica en la que las ciencias humanas están acorraladas, no debiera pasar desapercibida, porque finalmente la formación del intelectual es lo que le permite a una sociedad mirar y analizar sus problemas con mejor perspectiva. La cultura en la política es lo que finalmente nos debe llevar a tener buenos gobernantes, y no como nos sucede a nosotros, en donde no hemos elegido aún a alcaldes y gobernadores, y sobre algunos de ellos ya se anuncian sindicaciones y retaliaciones antes de posesionarse. Más de lo mismo.