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¡Desvergonzado!
Sin duda que el gran traidor de las elecciones del domingo pasado fue César Gaviria.
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Sábado, 2 de Junio de 2018

Una vez pasan unas elecciones vienen los análisis, las proyecciones, los que ganaron, los que perdieron, los quemados, los reclamos  por los pocos votos que hicieron falta para ganar la elección, y todo lo demás, uno de los temas infaltables el de los traidores. 

Sin duda que el gran traidor de las elecciones del domingo pasado fue César Gaviria. 

Darío Arismendi se refirió a él en los términos de desvergonzado, no solo por sus actitudes manifiestamente contrarias al candidato del Partido Liberal Humberto de La Calle, casi de desdén y desprecio, como cuando no mostraba pudor alguno al sentarse en una tarima al lado de De la Calle, con esa inocultable sonrisa de marica, pero sabía que estaba traicionado no solo a un hombre honesto y valioso de este país que se la jugó por la paz, sino que para abrirle todo el espacio político a su hijo Simón, traicionó al partido liberal.

La realidad era que mientras aquí se prestaba para ese juego de circo de estar en una tarima con la camiseta roja, pronunciando discursos al lado del candidato en los que no tenía límites al hacer referencias a Gaitán, a Galán, a todos los grandes que en la historia ha tenido el partido liberal, en Estados Unidos Simón estaba reunido con Duque tratando de convencerlo de sus capacidades para que le diera un ministerio. 

Razón tenía William Shakespeare cuando en Hamlet escribía sobre la traición: “Hay puñales en las sonrisas de los hombres; cuanto más cercanas, más sangrientas”. 

Ese fue el César Gaviria en estas elecciones.

Como si lo anterior no fuera suficiente, en una entrevista concedida a algún medio de comunicación y ante el pregunta del periodista de si veía a su hijo como ministro de Iván Duque, ahí tiene una muestra de pudor disfrazado todavía con esa misma sonrisita, y contesta que creía que no era prudente que Simón hiciera parte del primer gabinete del nuevo presidente. 

Qué tristeza para la memoria de un hombre como Luis Carlos Galán que luchó, que se enfrentó a lo peor del país, que fuera asesinado, y que en un mal momento de angustia que vivía la familia Galán y su partido político le entregaron las banderas a este inescrupuloso de la política de Colombia. 

Qué diferencia entre los líderes de antes y los de ahora. 

Es cierto que en estos años en que vivimos en los que la mentira y las malas prácticas han venido triunfando, en eso que se llama la posverdad, pero lo que es inexcusable de parte de Gaviria es la manera burda e inmoral como traiciona a un hombre decente como De la Calle. 

Claro que sé que una columna como esta al final no representa nada, porque el desvergonzado de Gaviria seguirá congraciándose con Duque para tratar de encontrarle un ministerio a Simón, orgullo de su padre, no tanto por sus capacidades intelectuales sino porque al menos salió diferente al papá. 

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