Finalmente la Registraduría Nacional del Estado Civil expidió la resolución 17 a través de la cual validó 66.352 firmas de 33.018 que se requerían para que se convocara a votación para la revocatoria del actual alcalde de la ciudad. Conforme a la ley 1757 debe determinarse una fecha próxima dentro de los 2 meses siguientes, es decir por tarde el 5 de enero. Podría decirse que estos tiempos que han sido tan difíciles para el mundo por cuenta de la pandemia, Cúcuta tendrá un diciembre inédito, muy diferente, un tanto extraño, por cuanto en vez de celebrar una navidad apacible, debe celebrarse una votación para definir la suerte del alcalde Jairo Yáñez, si se va o se queda a tan solo la mitad de su periodo. La votación coincide con otra noticia negativa, según la cual las tres ciudades en el país en las que existe mayor percepción de inseguridad son en su orden Bogotá, Cúcuta y Cartagena.
Frente a esta revocatoria lo primero que hay que señalar es que apenas hace unos meses nadie creía en la posibilidad de la revocatoria. Sin embargo, la recolección y ahora validación del doble de las firmas requeridas por ley, es una alerta, un campanazo que muestra un nivel muy alto de descontento de la ciudad con la administración municipal. Sin duda, hace dos años cuando fue elegido el ingeniero Jairo Yáñez, su elección fue una de las grandes sorpresas electorales en Colombia. Cúcuta y Cartagena fueron los “palos electorales”, y ahí empiezan los problemas: hace dos años las expectativas que generó el alcalde Yáñez fueron altísimas, enormes, y ese reto en política peligroso. Así como un día la imagen de un alcalde o gobernador está por las nubes, apenas es suficiente un error, y al otro día está por el suelo.
Muchos afirman en defensa del alcalde que la revocatoria es impulsada y orquestada por los amigos de Ramiro. No lo se que tanto haya sido auspiciada desde allá, pero hay un hecho cierto, mucha gente independiente está inconforme con lo que sucede en la ciudad. Podría suceder que incluso muchos de los jóvenes que por redes impulsaron y lograron la elección, podrían ahora salir a votar en contra porque no eran las expectativas que se esperaban.
Mucho de eso ha sucedido. Creo que el gran problema del alcalde, con quien estuve hablando por un casual encuentro hace 8 días, es que su propuesta de la “Cúcuta año 2050” no tuvo eco en la ciudad. A principios de este año lo había escrito en una de mis columnas. Esa falta de conexión entre alcaldía y ciudad era evidente, porque la pandemia le cambió la agenda a todos los gobernantes del mundo: presidentes, estadistas, gobernadores y alcaldes, a todos. La realidad es que mucha gente en Cúcuta necesita resolver sus problemas ya, de manera inmediata, porque en muchos casos el tema es de hambre; en Colombia hay cerca de 3 millones de familias que no toman los 3 alimentos del día, muchas de ellas en Cúcuta, y por ello el tema a una familia que tiene hambre, mostrarle la Cúcuta de año 2050, para ese desempleado, sin ninguna pensión, en una ciudad con el 70% de informalidad y ahora que lo roban y lo matan hasta por un celular, ese mensaje no le llega. El hambre no da espera.
Una queja recurrente por estos días es el estado de las calles. Es cierto que en algunas zonas se está haciendo “reparcheo”, pero la percepción de la gente es que hay zonas intransitables, que el esfuerzo debería ser mayor. Pasar por la avenida segunda este, entre la 15 y 17 es una vergüenza. La votación debe hacerse dentro de los próximos 2 meses, y la determinación del día de la votación va a jugar mucho. No me imagino por ejemplo una votación después de navidad. Triste panorama para la ciudad, que lo único que espera es que para tener un buen alcalde no tengamos que esperar hasta el año 2050.
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