Nuevamente el presidente Maduro ordenó cerrar la frontera con Colombia, en medio de los acostumbrados discursos llenos de odio y ofensa contra los colombianos, generando drama entre las personas que a lo largo de los puentes piden se les permita retornar a su país. Esta vez llevan las manos vacías, pues el dinero que portaban perdió el valor adquisitivo.
En los puentes internacionales la angustia aumenta, en los bancos las personas forman interminables colas para cambiar sus billetes de 100 bolívares y en la calles la gente se queja de los altos precios de las cosas y la escasez de dinero. Con su acostumbrado gesto de comprensión, y para tratar de calmar los ánimos, el presidente Maduro ordenó a ciertas tiendas bajar los precios hasta en un treinta por ciento y a decomisar 3.8 millones de juguetes a la empresa Kreisel para repartirlos a los pobres.
Pero mientras las muestras del poder del gobierno venezolano se hacen sentir en estas cercanías, en Buenos Aires la ministra de relaciones exteriores, Delcy Rodríguez, trató de entrar por la fuerza al palacio San Martín, donde se celebraba la reunión de Mercosur, a la que no fue invitada, pues desde el 2 de diciembre Venezuela se encuentra suspendida al vencerse el plazo para adecuar las normas comerciales establecidas en el protocolo de adhesión que firmó en 2012.
Pese a que la canciller argentina, Susana Malcorra, le había informado por escrito que no estaba invitada a la reunión, la diplomática venezolana, en compañía del canciller boliviano ( Bolivia está en proceso de adhesión.) y en medio de los aplausos de los seguidores kirchneristas, se abrió paso a empujones entre la policía y los periodistas, mientras a viva voz repetía que si no la dejaban entrar por la puerta entraría por la ventana.
La insistencia en medio de gritos, fuerza y amenazas le permitió abrirse paso y logró entrar al palacio San Martin con la intención de reunirse con sus colegas de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. Sin embargo, sus deseos se frustraron pues al abrirse las puertas del salón donde se celebraba la reunión, las sillas estaban vacías pues sus colegas ya habían dado por terminado el encuentro y estaban almorzando fuera del edificio. Allí tampoco fue invitada.
Este es un buen ejemplo del efecto boomerang, del que queda claro que lo que cosechamos se nos devuelve, ya sea de las mismas personas o de otras diferentes. Mientras aquí muchas personas se ven en la necesidad de utilizar las trochas, en Buenos Aires, la canciller, Delcy Rodríguez, estuvo a punto de entrar por la ventana. Y cuando esperaba celebrar el haber podido ingresar, encontró la sala vacía.