La incertidumbre de los cambios actuales requiere espacios de pausa, de sedimentación y reflexión, con una retaguardia de gente buena, ilusionada por la vida, tratando de unir los fragmentos rotos de la belleza.
Lea: Una escoba nueva
Ser, Sentir y Saber, constituyen una trilogía de racionalidad, hacia una propuesta creativa que nos permita pensar bien, para juzgar con madurez y hallar un orden intelectual consistente, coherente y sensato.
Esos dones le permiten al ser humano concebir su intimidad como el umbral para conocerse a sí mismo, y a los demás, después de armonizar su inteligencia con el espíritu y aproximarse a la aureola de su propia sabiduría.
Entonces se arraiga en él La Filosofía, como la posibilidad de poseer un Alma Mater del pensamiento, para reconstruir la sensibilidad y el entendimiento desde las cenizas adormecidas de lo maravilloso del tiempo.
Con ella sabemos si le quedamos debiendo a la vida, o no, si tuvimos la recompensa esperada, y si la fidelidad a nuestros principios fue tan sólida como para haber correspondido a la misión de ser útiles al destino.
La Filosofía se convierte en una llama encendida que lleva el fuego a todas partes y rescata las virtudes, para argumentar la fluidez de la razón con la doctrina elemental de conocer la ruta cierta de nuestra dignidad.
EPÍLOGO: Es que hay ideales que no pueden modificarse -en nada- porque son la base para equilibrar las causas y los efectos en la evolución del mundo, para el retorno a la lógica perfecta de la naturaleza.
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