El jueves pasado la Sala Civil del Tribunal Superior de Bogotá, dentro del proceso de tutela 2021 - 0593, demandante Iván Abreo, decidió admitir la tutela que desde diciembre del año pasado he presentado ante la justicia para lograr que el Cúcuta Deportivo no pierda su categoría. Sé que genera sorpresa esta decisión porque en Cúcuta existe la idea que mi tutela se había perdido el 15 de enero pasado. En realidad, no fue así.
Ese día por error de trascripción del secretario del Tribunal quedó registrado en la página “Se niega Tutela”, cuando la expresión jurídica precisa debió ser “Tribunal se inhibe”, que es muy diferente en derecho. Lo que dijo en esa oportunidad el Tribunal en Bogotá es que debía dársele un tiempo razonable a la Supersociedades para que respondiera mi escrito de nulidad, que es muy diferente a decidirla de fondo y negarla; por ello jurídicamente era posible volverla a presentar y el Tribunal la admitió. La controversia judicial para salvar al equipo sigue viva, aunque tenemos un poderoso enemigo oculto en la Dimayor que quiere quedarse con la ficha.
Esto mismo le comenté a Jorge Luis Pinto. Una reclamación judicial en Colombia frecuentemente no es razonable ni en tiempos ni decisiones, y eso es lo que ha ocurrido con mi tutela. Desde que la presenté el 3 de diciembre pasado su recorrido ha sido macondiano: la recibió una juez en Cúcuta, después la tutela no aparecía por ningún lado, hasta que llegó a Bogotá, el 15 de enero el Tribunal se inhibe, que es como decir, aún no tomo decisión de fondo; vuelvo y la presento y un juez laboral en Bogotá salió con un par de perlas jurídicas, diciendo que la decisión de la Supersociedades era un acto administrativo – gran equivocación -, pero faltaba otra peor, que la Constitución prohibía tutela contra actos administrativos.
Que horror, a ese juez le regalé la Constitución por Servientrega para que me señalara donde estaba esa perla; después la impugné, llegó a la Sala Laboral, esta declaró la nulidad de todo, y la envió a la Civil que la acaba de admitir. El recorrido de la tutela más que para un jurista, es para un psiquiatra, pero hasta ahora no se ha perdido, la acaban de admitir y vincularon a la Dimayor. La pelea sigue.
La Dimayor fue notificada el pasado jueves en horas de la tarde y le dieron un día, que venció el viernes a las 5:00 para que diera respuesta sobre la ficha del equipo. En pascua miraré qué contestó la Dimayor. En este trasegar jurídico el Cúcuta ha tenido un enemigo oculto dentro de la Dimayor, alguien que por obvias razones se quiere quedar con la ficha, o como bien lo dijo el domingo pasado el director Óscar Montes, qué casualidad que el Cúcuta paga los $106 millones al Ministerio del Deporte, y a las pocas horas, la Federación con irrespeto y desprecio al equipo y con la ciudad, ratifica la decisión. El enemigo es grande y poderoso, pero aún no la he perdido.
La lucha no es fácil porque el enemigo es fuerte económicamente y se mueve. Aun así, en pascua llevaré nuevas pruebas y citaré a un interrogatorio al presidente de la Dimayor en audiencia especial. Seguiré en el esfuerzo, reconociendo el acompañamiento de Pinto, Manuel Guillermo Cabrera, mi hijo y el abogado Samir González. Lamento la falta de solidaridad de la Gobernación, ni que decir de la Alcaldía que nos metió en el problema, y desde luego, que menos aún de una Cámara de Comercio que no le interesa ni la ciudad ni el Cúcuta, apenas entretenida en tumbar al director. Seguiré en esta lucha, no es fácil, el enemigo es poderoso, pero de pronto me les tiro la rifa que piensan hacer en la Dimayor con la ficha del Cúcuta. Feliz Semana Santa y cuidémonos.