En la pasada Cumbre del G20 en Buenos Aires, el comportamiento de los mandatarios, tanto en sus intervenciones como en sus saludos, dejó controvertidos mensajes.
Entre los acercamientos manifestados a través de las sonrisas y los saludos, sobresalió el de Trump con el presidente chino, Xi Jinping. Los resultados respondieron a las expectativas, como el anuncio de una tregua en la guerra comercial entre Estados Unidos y China, lo que generó un buen ambiente en los mercados de valores.
Pero el alivio de los temores sobre la economía mundial, derivado de aquel encuentro de líderes, así como la esperanza de que los 15 miembros de la OPEP y sus 9 productores aliados acordarían un recorte de la producción durante la Cumbre de Viena, para elevar el precio del crudo, apenas duró 24 horas. El precio del Brent, que había subido, tras una caída de casi el 30 por ciento desde principios de octubre, bajó el jueves a 58.60 dólares el barril.
¿Las razones de este corte de la felicidad? Las declaraciones de los representantes de Arabia Saudita y Rusia antes de la Cumbre, quienes dieron a entender no estar de acuerdo con los recortes drásticos, así como las advertencias de Donald Trump, de que el mundo “no quiere ni necesita” un aumento de precios del petróleo e instó a la OPEP a mantener sin cambios la producción actual.
El “hombre arancel”, como se autodenominó el mandatario estadounidense en una de sus declaraciones, fortaleció sus advertencias manifestando que, China “pague por el privilegio” de vender en el mercado estadounidense.
El panorama internacional se agrava ante la detención en Canadá de Meng Wanzhow, vicepresidente de la multinacional de tecnología china HAUWEI, a pedido de Estados Unidos. Aunque la ejecutiva es acusada de violar, presuntamente, las sanciones de Estados Unidos contra Irán, China pidió su inmediata liberación. Los principales índices bursátiles de Wall Street no han parado de caer.