Esta es una frase que hace parte desde hace 60 años de la cultura política colombiana. El 19 de abril de 1970, hace 51 años, se celebraron las primeras elecciones posteriores a la terminación del Frente Nacional, y se elegiría el primer presidente posterior a ese acuerdo de alternación liberal-conservadora durante 16 años en la jefatura del Estado. Se presentaron Gustavo Rojas Pinilla por la Anapo y Misael Pastrana Borrero por el partido Conservador.
Hacia las 8 de la noche las emisoras, que informaban más rápido que la propia Registraduría, daban los primeros informes en los que Rojas Pinilla aventajaba a Pastrana. El ministro de Gobierno, Carlos Augusto Noriega, ordenó a las emisoras no dar más información y el presidente Lleras Restrepo decretó el toque de queda en todo el país. Toda Colombia se fue a dormir, y al amanecer las informaciones daban cuenta que Pastrana había ganado las elecciones. 28 años después, “El tigrillo Noriega”, como era conocido el ministro, admitió que hubo fraude en Nariño y Chocó.
Es muy peligroso que hoy en día no haya una garantía para las elecciones del próximo 29 de mayo de la primera vuelta. El juego es de tal riesgo, que con lo que ya ha sucedido a hoy en donde se encontraron 340 mil votos para su movimiento, en mayo o junio Petro en el escenario de perder las elecciones sin irregularidad alguna, ya podría señalar en el evento de una derrota, que hubo fraude, como sucedió el 19 de abril de 1970, hecho que dio origen precisamente al nacimiento del M-19 como guerrilla urbana. Dentro de esta profunda polarización que vive Colombia, Fico podría ganar las elecciones en junio en justa lid, pero una probable no aceptación de los resultados electorales de junio por parte del perdedor, podrían colocar a Colombia en un camino de incertidumbre e inestabilidad de mucho riesgo.
Con todas las dificultades y problemas que ha tenido el sistema político en Colombia en los últimos 50 años, aún así, los resultados electorales no habían tenido ningún reproche. De alguna forma, el reconocimiento de los resultados electorales era una garantía de estabilidad política, así hubiéramos tenido episodios graves como la toma del Palacio de Justicia en 1985, y la entrada de dineros del narcotráfico en la campaña presidencial de Samper.
Lo que aparece en evidencia hoy, 8 días después de las elecciones, es que desde el mismo día en que fue elegido como registrador nacional, Alexander Vega, no era el funcionario que garantizara confianza en un proceso electoral. Si bien en sus primeras declaraciones ha señalado Vega que lo que hubo el domingo pasado apenas fue un conteo, preliminar, de todos modos el hecho que hayan aparecido cerca de 390 mil votos en favor del Pacto Histórico, por lo menos deja el preocupante mensaje de denuncia como válido de Petro en cuanto a que era muy curioso que en más de 24 mil mesas no aparecía un solo voto por su movimiento político.
Queda la impresión que Petro tenía razón con su inconformidad, y de paso, que aquella frase histórica de que el que escruta elige, como sucedió en los 70, podría volver a imponerse.
Hoy en día no hay reunión entre amigos, empresarios o funcionarios del Estado, al nivel que sea, en el que el tema sea la incertidumbre por lo que pueda ser el futuro de Colombia en los próximos meses. En algunas charlas aparece la emotividad, e incluso la agresividad, por lo que podría suceder en las elecciones próximas. Con lo que sucede hoy, si se mira en un breve contexto histórico que lo hiciera recientemente el escritor Jorge Orlando Melo que analiza la violencia desde el año 1950, un resultado electoral rechazado, puesto en duda, sería agregar un factor de inestabilidad y gran incertidumbre hacia los próximos años en el país.
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