Quizás es la primera vez en la historia de Colombia que en unas encuestas para elecciones presidenciales tenga tanta fuerza un candidato sin rostro, que hasta el momento no ha pronunciado ningún discurso, que nadie lo conoce, pero que figura como uno de los favoritos para ganar las elecciones de 2018, porque es “el que ponga Uribe”. Es probable que esto no suceda en ninguna otra parte del mundo, solo por aquí, donde todo lo inverosímil y fantasioso es posible que ocurra. Posiblemente en Colombia se está imponiendo una nueva forma de hacer política: la de que pueda llegar a la Presidencia “alguien que ponga otro”, sin consultarle a nadie, ni siquiera al propio escogido, en este país de ángeles como en alguna ocasión lo dijera el poeta Víctor Hugo.
En este momento los primeros resultados de las encuestas para la presidencia las encabezan Vargas Lleras, Petro y “el que ponga Uribe”. Para descifrar el alma de Colombia es más fácil el análisis de un siquiatra que el de un sociólogo, porque está demostrado que nos gustan los líderes, la gente recia, casi los tiranos, los que gritan, los que retan como en alguna ocasión lo hiciera Uribe de presidente: “le rompo la cara marica”. A la gente le gusta y vota por esos líderes, no los “aguas tibias” como Santos que después del escándalo de Odebrecht, salió a decir que el millón de dólares que le entraron a su campaña, que hasta ahora se enteraba. Por eso, así ya no tengan tanto poder, a la gente le gusta que gente del talante de Uribe siga mandando, e igual por aquí Ramiro, que manda y ordena por Skype desde Bogotá todos los días quitando y poniendo gente, o Jhon “calzones” desde la cárcel de Yopal. Así somos.
Mientras Uribe se decide a quien pone para la Presidencia, el país sigue reventado. El martes los trabajadores del Estado, justicia que ya anuncia paro, maestros, arroceros, servidores públicos, Inpec, Buenaventura, anuncian la toma de las principales ciudades, y frente a ese caos, quienes se crean con derecho a ser escogidos por Uribe, deben estar felices porque ven como en esta ingobernabilidad del país el candidato “que ponga Uribe” seguirá subiendo en encuestas sin hacer campaña, sin gastar ni un solo peso, sin invertir en publicidad porque no es necesario. Tan solo con ver como el país está desmadrado y apuntándole a que las cosas empeoren, el candidato de Uribe puede llegar a la Casa de Nariño.
Pues empezó la puja por la elección presidencial con dos candidatos que hace algunos meses no estaban en las cuentas de nadie: Petro y el que escoja Uribe. Será un país más difícil de gobernar en términos de dinero, que como se lo preguntara estos días Darío Arismendi al ministro de Hacienda, en 2018 no solo sabremos quien llegará a la Presidencia, sino que como van las cosas, tenemos que empezar a hablar el otro año de otra reforma tributaria. Habrá que preguntarle a Uribe ¿quién creería él que pudiera ser un buen ministro de Hacienda para el presidente que va aponer?