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El reclamo de Induarcilla
La arcilla para el Norte de Santander es algo así como la caña de azúcar para el Valle o el café para el Quindío.
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Sábado, 5 de Diciembre de 2015

Seguramente uno de los sectores más representativos de nuestra economía regional ha sido el de la arcilla por muchas razones: porque es de muy buena calidad reconocida incluso internacionalmente, genera empleo directo, podría generar desarrollo para la región si desde la gobernación como de la alcaldía se implementan políticas de inversión pública a partir de la pavimentación de vías; participar en la reconstrucción de Gramalote, y además porque la arcilla es uno de los productos emblemáticos de la región. 

La arcilla para el Norte de Santander es algo así como la caña de azúcar para el Valle o el café para el Quindío, al punto que si en la crisis de ahora no salvamos este producto, démonos por vencidos, porque no salvaremos ningún otro. Conozco el esfuerzo que ha hecho Induarcilla a través de su presidente Jairo Yáñez planteando varias alternativas para la producción y comercialización de su producto,  afectada, y más después del cierre de la frontera por el principal obstáculo para el desarrollo del Norte de Santander: el aislamiento comercial.

Si hiciéramos causa común en algún propósito para que la región supere la crisis en estos momentos en que en los próximos días inician nuevas administraciones, necesariamente el reto debiera ser superar el aislamiento, porque sin saber lo que ocurrirá hoy con las elecciones en el vecino país, uno de los escenarios probables en Venezuela es que gane la oposición y con ese resultado, resulta intimidante lo que al estilo de un dictador en apuros pueda hacer Maduro, lo cierto es que podrían venir días peores, y por ejemplo, para quienes vivieron aquí por muchos años de la arcilla en una comercialización que resultaba fácil hacia Venezuela, hasta que desde el 2.008 se presentó cesación de pagos y hasta ahí los mejores días han pasado; ahora sería muy lamentable que quienes han trabajado en este sector por muchos años, de manera lenta como una enfermedad terminal, poco a poco la industria de la arcilla comienza a extinguirse por la cruda realidad de la región.

Sé que Induarcilla ha enviado comunicaciones al presidente, ministros, autoridades nacionales en las que han planteado que han perdido cerca de 300 empleos, sus ventas han caído al 60%, los productos han perdido cerca del 50% de su valor, y como es uno de nuestros productos bandera, se ha pedido diseñar un plan de choque en donde se adopte una política de inversión pública en la que se comprometa por ejemplo, la utilización del producto en la reconstrucción de Gramalote, en la pavimentación de vías primarias, lo que resulte pertinente para la construcción de viviendas gratuitas, además que se presta para los planes gobierno-comunidad que de paso resuelva de manera directa mucho de nuestra informalidad y desempleo.  Como suele suceder con esos reclamos, muy probablemente muchas comunicaciones de ellas no han tenido respuesta. Pensaría que así como lo hacen los cafeteros frecuentemente, Induarcilla debiera realizar un gran evento al que comprometan como mínimo a los ministros de Hacienda, Comercio y Desarrollo en un programa que se denomine “Colombia le compra al Norte de Santander”; que se hagan permanentes por la ley beneficios tributarios y laborales, que comprometan públicamente a la Gobernación para que utilice su producto en la reconstrucción de Gramalote, a las universidades para sacar adelante una de las pocas industrias que tenemos en medio de medio de la crisis.  Ese es un reto para Induarcilla y para Jairo Yáñez que es un hombre serio y emprendedor, porque es muy triste, como me sucediera hace pocos meses en el centro de Armenia, que mientras me lustraba los zapatos, y compraba lotería, los dos trabajadores habían sido campesinos que trabajaban el café. 

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