Cuando en la pasada administración se anunció el cambio de la semaforización, la ciudadanía se alegró puesto que los prehistóricos equipos existentes, pasarían a formar parte de la chatarra de la ciudad y ya no volveríamos a ver cuadrillas cambiando bombillos todos los días y en todas partes.
Una vez se iniciaron los trabajos, empezaron las críticas dada su exagerada lentitud en el montaje de la red y cruces pertinentes, los cuales creo aún no han terminado de instalar pasados más de cuatro años. La ilusión era tener una verdadera red semafórica controlada por una plataforma digital desde un lugar en el cual se podría manejar la muy conocida y no presente en nuestra ciudad, “ola verde”, pero resulta que al parecer ese no fue el objeto contractual y creo que debemos conformarnos con “ola roja” habida cuenta que más del ochenta por ciento de los equipos no poseen control remoto alguno y de ahí la incómoda situación.
Podemos nombrar muchos ejemplos, sin embargo he escogido uno en particular y es la situación que se presenta en el barrio San Luis, más exactamente en el sitio conocido como “La Silla Coja” en la intersección Avenida Demetrio Mendoza con prolongación Puente Gaitán Durán. En ese lugar, los vehículos que por obligación como las busetas de servicio público o los despistados toman la vía antes citada, se encontrarán que deben transcurrir setenta y dos segundos antes del cambio de luz roja a verde, dejando tan solo veinte segundos para que pasen seis o siete automotores en fila, sin contar la acción imprudente de varios jóvenes que se atraviesan en la vía para dar paso a quienes regalen dinero o mejor a quienes paguen el peaje para aligerar la fila y los demás conductores a pasar la rabieta en silencio.
El asunto es que dada la ausencia de uniformados para regular el tránsito, el sitio se convierte en un verdadero caos, en el entendido que son muchas las personas que respetan las luces del semáforo, pero hay muchas otras que prefieren ignorarlas en particular los conductores de motocicleta y es cuando se generan situaciones en las cuales de seguro se pudieron registrar varios accidentes de tránsito.
Concluyo que a la fecha no sabemos si fue peor el remedio que la enfermedad, porque la inexistencia de una red semafórica bien diseñada y operada, genera afectación de la movilidad, reduciendo significativamente la velocidad promedio y creando puntos neurálgicos que no son observados por la autoridad municipal.
Esperaremos que llegue una administración con una verdadera visión de ciudad, con menos cafeterías debajo de los puentes, como la que se termina frente al almacén Éxito de San Mateo, que entre otras cosas, será el punto más crítico en la materia de tránsito y por tal motivo el semáforo de la silla coja y otros, quedarán en pañales cuando pongan en funcionamiento ese curioso establecimiento.