El pasado 10 de enero como ordenan las normas, el Concejo de Cúcuta eligió a Martha María Reyes como nueva contralora municipal. La mayoría del Concejo, once en total, le dio su respaldo. 

Como estaba previsto, el alcalde no se inmiscuyó en la toma de la decisión, como lo hicieron varios de sus antecesores, y dejó que esa decisión fuera, como corresponde, soberana de los concejales. 

Se comenta en la ciudad que el hecho de haberse elegido presidente del Concejo y Contralora a personas que no estuvieron apoyando la campaña del ingeniero Yáñez, era un palo en la rueda que se le colocaba a la nueva administración para torpedear la gestión que se pudiese hacer en beneficio de la ciudad. No hay nada más lejano de la realidad. En el Concejo ya está aprobado el presupuesto y para los años venideros, el alcalde presentando un presupuesto ajustado a la realidad no habría argumento posible para que el Concejo no se lo apruebe. Los traslados presupuestales que solicite el mandatario, muy bien sustentados, serán autorizados en su totalidad y las solicitudes de autorizaciones para empréstitos, también con una buena exposición de motivos y con la certificación de su capacidad de endeudamiento, estoy seguro de que tampoco tendrán tropiezo alguno. 

En la Contraloría, con el control posterior y selectivo,  porque el preventivo y concomitante de acuerdo al Acto Legislativo número 4 de 2019, es competencia absoluta del Contralor General de la República, si el alcalde y sus secretarios de despacho incluidos los gerentes de Institutos descentralizados mantienen su palabra, como lo han venido manifestando públicamente en forma reiterativa, de no desviar ni despilfarrar los dineros públicos, no van a tener ningún inconveniente para ejecutar su plan de gobierno con lo que les permitan los recursos de que disponen.   

Es sano para Cúcuta, que por primera vez se cuente con unos controles independientes, alcanzando con ello el equilibrio de poderes y, con mutuo respeto, una colaboración armónica que sólo beneficios le puede generar a Cúcuta. Un Concejo que ejerza un verdadero control político, recuperaría la deteriorada imagen que actualmente tiene esa Corporación. Y un efectivo control fiscal aseguraría que cada peso que recaude el municipio por concepto de impuestos, sea pulcramente invertido. 

Todos los protagonistas: alcalde, concejales y contralora han manifestado sus buenos deseos de trabajar en equipo por el desarrollo de la ciudad. ¡Bajo el postulado de la buena fe hacemos rogativas porque así sea!