Para la Feria del Libro de Madrid que por estos días se realiza en el sin igual Parque el Retiro de la capital madrileña, evento en el que Colombia es el país invitado, no se sabe que fue peor: si la arbitraria lista que hizo el gobierno en la que seleccionaron a un grupo de escritores de Colombia “ Neutros”, o las desafortunadas y vergonzosas palabras del embajador colombiano Luis Guillermo Plata, al tratar inútilmente de justificar la ausencia de algunos escritores que para Duque no son confiables. Algo han escrito en sus columnas o han dicho en las conferencias que al presidente no le gusta, y por eso fueron excluidos de la feria. Una forma de censura.
Qué vergüenza para Colombia en una de las ferias más importantes del mundo; allá en Madrid muchos intelectuales del mundo deben estar tratando de entender qué es eso de “un escritor neutro”; lo mínimo que pensarán es que país tan raro es Colombia, que habla de una categoría nueva de intelectuales, los “neutros”, que es algo así como un escritor que no opina nada, que no puede decir nada importante porque el presidente se incomoda, un escritor lambón, O como mejor lo escribiera en su última columna uno de los intelectuales más respetados del país Antonio Caballero, que falleciera lamentablemente el viernes pasado, quien durante los 60 años que escribió no tuvo una sola columna neutra, y en la última “Duque y la historia”, hacía referencia precisamente a la inmensa vanidad del presidente.
A la Feria del libro de Madrid, Colombia excluyó a escritores como William Ospina, Santiago Gamboa, Laura Restrepo, Fernando Vallejo, Tomás González. Otros que fueron invitados como Melba Escobar, ante el vergonzoso episodio, declinaron la invitación. Sorprende la postura de Juan Esteban Constaín, invitado, que tomó ese camino azaroso que siguen por estos días muchos políticos en Colombia, el de quedar bien con dios y con el diablo, y Constaín, a quien lo admiro en sus columnas, no dejo de leerlo los jueves, aceptó la invitación “pero no a nombre del Gobierno”. Curiosa salida de Constaín, en la que seguramente pesó mucho no perderse esos camarones que venden ahí al lado del parque del Retiro, en la puerta de Alcalá.
Y es que a los escritores los atropellan todos los días en América Latina precisamente por no ser neutros. El jueves pasado, en uno de los peores capítulos en lo que se ha convertido una lucha política para derrocar a uno de los dictadores más crueles de estos países, Somoza en Nicaragua, Daniel Ortega ordenó a su fiscal a que le dictara medida de aseguramiento a Sergio Ramírez, actual premio Cervantes y Alfaguara, porque precisamente lo ha criticado en lo que se ha convertido la revolución que hicieron en los 80. Sergio Ramírez fue vicepresidente de Nicaragua, y precisamente por los excesos, se distanció.
Uno de los mejores libros que se han escrito en los últimos años en América Latina, es el de Leonardo Padura, “ El hombre que amaba los perros”, que relata precisamente la despiadada persecución de Trotsky por todo el mundo por parte de Stalin, solo por haberlo criticado, por haber escrito en contra de la prisión en Siberia, y este último lo persiguió, le envenenó a uno de sus hijos en París, y lo siguió hasta Méjico, donde huyendo, Trotsky había encontrado refugio en la casa de Frida Kalo, y hasta allá llegó uno de los agentes de Stalin quien de un hachazo asesinó a Trotsky, todo porque como diría nuestro despistado embajador en España, no fue neutro.
A nuestro ilustre embajador no le vendría mal leerse por ejemplo “Cien años de Soledad”, y de una lectura tranquila podrá darse cuenta que García Márquez tampoco fue un escritor neutro. Es más, el libro lo puede comprar en la Feria y después podría ir a almorzar unos camarones, no tan neutros, en la Puerta de Alcalá.
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