El pasado 17 de febrero se inició la vacunación contra la COVID-19 en nuestro país, en un programa de dos fases y cinco etapas; y después de dos meses y medio, sólo han sido vacunadas casi tres millones de personas; Es decir, que a ese ritmo, para vacunar a los 50 millones de colombianos, se necesitaría el resto del 2021 y todo el 2022. Y esa situación no la resiste el sector productivo que ha visto terriblemente golpeadas sus finanzas, con lo cual se pone en serio riesgo buena parte del empleo en el país.
Por esa razón es un acierto que el Ministerio de Salud hubiera expedido la Resolución 507, mediante la cual se autoriza a los empresarios a importar las vacunas que serán aplicadas a sus trabajadores y de esa manera se logre acelerar el objetivo de superar la crisis sanitaria que está quebrando a un importante número de empresas, con las funestas consecuencias que ello implica en materia de empleo y para la sostenibilidad del mismo Estado.
Dentro de los requisitos exigidos por la citada resolución, están los siguientes: los desarrolladores o las farmacéuticas, a través de unos diálogos tempranos con el Invima, solicitarán la autorización para que el importador traiga a Colombia las vacunas, y las autoridades de salud de cada departamento vigilarán la conservación de ellas, su trazabilidad y la disposición final de los biológicos, sus etiquetas, empaques e injertos; el importador, asumirá los costos y asegurará el esquema de vacunación (los puntos de vacunación, el personal y la infraestructura serán adicionales a los ya existentes). Y algo muy importante: la vacuna “de los empresarios” sólo se aplicará a sus empleados y contratistas, y será gratuita.
Sobre este particular, el Gobierno Nacional exhortó al sector privado a establecer conglomerados que valoren aspectos como: capacidad de inversión, volumen de vacunas y los criterios logísticos para la importación de las vacunas; y a pesar de que unas farmacéuticas dijeron que debían darles prioridad a los compromisos ya adquiridos con los gobiernos de varios países, confío en la habilidad de nuestros empresarios nacionales para lograr su cometido, pues está claro y suficientemente demostrado que ellos, al contrario de lo que sucede con el Estado, sí son efectivos, eficientes y altamente productivos en el manejo y la consecución de resultados positivos para sus compañías.
Pero para el caso local cabe preguntarse: ¿dónde están nuestros flamantes empresarios regionales? ¿Por qué no han dicho nada sobre algo tan importante como esto de las vacunas? Ellos, a través de sus gremios, deberían estar presionando para que la Cámara de Comercio de Cúcuta asuma el liderazgo que le corresponde en la búsqueda de una pronta y efectiva reactivación económica, que vaya de la mano con la idea de la importancia del valor capital de la vida, para que POR FIN Norte de Santander dé ejemplo de algo positivo de cara al país.
Señores de la Cámara de Comercio, laven un poco su imagen porque el mal ejemplo que han dado con los acontecimientos de los últimos días, que incluyen amenazas de muerte a una funcionaria que investiga un desfalco de más de 2.000 millones de pesos, más los despilfarros recurrentes de los recursos provenientes del registro mercantil y de los afiliados, sumados a los escándalos por los constantes relevos de sus directivos, dejan muy mal sabor y mucho qué pensar sobre su gestión.
Doctor Armando Peña, nuevo presidente ejecutivo de la Cámara de Comercio de Cúcuta, entre pisando fuerte, asuma el liderazgo.