La ganadería colombiana no se detiene. Con proyección exportadora, durante años luchamos por una condición sanitaria con estándar internacional. En los noventa lideramos la modernización del sacrificio, clave para la ganadería de carne, y presionamos definiciones de política en inocuidad y trazabilidad, temas con pausas y retrocesos culpables de gobiernos anteriores, que hoy retoma el ministerio de Agricultura para cerrar procesos.
Cerrar procesos es propio de la mayoría de edad, y la ganadería colombiana hoy alcanza esa madurez que se concreta en “culturas” adquiridas: sanitaria, ambiental, de bienestar animal, de responsabilidad social, de calidad; cultura exportadora y cultura empresarial, pues la nuestra es una actividad “económica”.
Ese proceso de apropiación de culturas, en gran parte está determinado por el mercado. El ganadero, como todo productor de bienes y servicios, sabe que el mundo compra calidad, precio y disponibilidad de producto en las cantidades y tiempos requeridos. Es la competitividad.
La calidad, en nuestro caso, incorpora sanidad, inocuidad y enriquecimiento del producto, más allá de lo nutricional, con valores altos de elementos nutracéuticos, cono Omega 3. A la competitividad, además, se le han sumado la Responsabilidad Social y la Sostenibilidad Ambiental, bajo la amenaza del cambio climático.
En cuanto a precio y disponibilidad, Colombia debe buscar su lugar en el mercado internacional. Con un hato de 30 millones de animales, número 11 del mundo, podemos ser actores importantes en el mercado de la carne, pero no somos Brasil ni Argentina.
Para garantizar la oferta es necesario el crecimiento del hato. A mediados del siglo pasado, Colombia tenía un bovino por habitante; una primera meta es volver a esa equivalencia: 50 millones de bovinos, lo cual es posible preservando la naturaleza, con Sistemas Silvopastoriles Intensivos, de mayor captura de carbono y menores emisiones de Gases de Efecto Invernadero.
Si de cerrar ciclos se trata, para llegar a mercados de alto precio, debemos superar índices de productividad, con animales de mejor condición y mayor peso, en el menor tiempo posible y con sostenibilidad ambiental.
La respuesta es el proyecto de Fedegán con apoyo de la CAF, para establecer en la Costa Caribe un feedlot o “corral de engorde”, un sistema característico de la ganadería de Estados Unidos, con un gran número de animales alimentados en un confinamiento acorde con parámetros internacionales de sanidad y bienestar animal.
Nuestro proyecto enfatiza en un aspecto sustantivo: la participación de los ganaderos, no solo como proveedores, sino como inversionistas, para lo cual adelantaremos una campaña de invitación nacional
El resultado, que será determinante para el crecimiento exportador y la modernización ganadera, bien vale la pena una entusiasta participación de los ganaderos en la construcción de su futuro.