A falta de pan, buenas son tortas, parece ser el pensamiento, del impopular gobierno de Iván Duque y Alvaro Uribe, que se ha dedicado a buscar pleito en el exterior y el interior, para distraer a la oposición, debido a los bajos índices de popularidad, del creciente desempleo, que ya va en el trece por ciento, de la segura aparición del retrovirus chino, y de la gigantesca inmigración venezolana, que ha sobrepasado los dos millones de personas, necesitadas de todo.
Como la guerra con las FARC ya es cuestión del pasado, las acciones terroristas del ELN no son noticia y no hay la menor posibilidad de tumbar a Nicolás Maduro, el binomio gobernante buscó, como todas las dictaduras, un enemigo externo para descargarle toda la agresividad. Y lo encontraron. Es nada menos que las Naciones Unidas, cuyo representante en Colombia se atrevió a decir la verdad: es seria la situación en contra de los defensores de los derechos humanos, varios de los cuales han sido asesinados o perseguidos por lo que se denomina genéricamente como “fuerzas oscuras”.
El representante de la ONU, el francés Michel Frost, sostuvo, hablando en Ginebra, Suiza, que “Colombia es el país con el mayor número de asesinatos de defensores de derechos humanos en América Latina y las amenazas en su contra se han disparado”.
¿Quién dijo miedo? De inmediato salieron ministros, funcionarios y el mismo presidente, a refutar al diplomático extranjero. Se le dijo de todo e inclusive se organizó manifestación contra la ONU, a la que se acusó de injerencia en los asuntos internos de Colombia y de decir mentiras. Se llegó al extremo de que la titular del interior dijera que en el país mueren más dueños de celulares que defensores de derechos humanos.
Fue la segunda ocasión en que la ONU criticó a Colombia. Ya lo había hecho la expresidente Michelle Bachelet, quien había denunciado abusos cometidos luego del acuerdo de paz, incluyendo 36 asesinatos ocurridos en un año. Obviamente, las denuncias fueron calificadas de “intromisión en los asuntos internos del país” y no faltó el senador uribista que propuso cerrar la oficina de la ONU en Colombia, convertida, según él, en “guarida politiquera con sesgo ideológico pasional”, declaración que guarda la línea del personaje que, sin méritos, ocupó la presidencia del Senado.
Con esta guerra, Colombia se suma a la lista de los regímenes que buscan pleito a los organismos internacionales. Ya lo habían hecho Cuba y Venezuela. GPT