Con el magnicidio ocurrido en Haití por estos días, que tiene a Colombia de noticia en todos los periódicos en el mundo, miro algunos datos de la historia de la isla y se encuentran sucesos curiosos: en 1.802 Napoleón quiso formar un gran imperio de colonias francesas en esta parte del mundo sin éxito. Haití fue el segundo país en América en haberse independizado después de los Estados Unidos y es considerada la primera república en el mundo en la que triunfó una revuelta de esclavos negros. Surge un gran interrogante, porqué una nación en la que triunfa una revuelta tan importante en el mundo, dos siglos después fracasa de una forma tan aparatosa que tiene al país al borde de la disolución?
De manera más reciente, en 1957 llegó uno de los gobernantes más sangrientos, dando lugar a una de las dictaduras más crueles que ha dejado huellas profundas en la historia de Haití, que además fue el eslabón para convertirse en el país más pobre actualmente del hemisferio occidental, con el gobierno de Francois Duvalier, conocido como “Papa Doc”. El sanguinario presidente, médico de profesión, contaba con el apoyo “secreto” del gobierno de los Estados Unidos para quien tener un país no comunista amigo, incondicional, cercano a Cuba, estratégicamente por aquellos años era fundamental. Duvalier se fue acercando poco a poco, en su segundo gobierno, a la religión Vudú, una mezcla de santería, espiritualidad y magia, que lo convirtieron en una especie de sacerdote, y así en la población lo empezaron a ver como un Dios.
Con ese poder el presidente se volvió más autoritario y cruel. A lo único que le temía era a ser traicionado, a que lo derrocaran. En alguna ocasión, 1963, hubo un rumor de que el líder Francois Benoit intentaba conjurar contra el presidente. Ya por aquellos años Duvalier había creado una temida guardia presidencial, diferente al ejército, compuesta por bandoleros y antiguos ladrones a quienes se les conoció como los “Tontons macoutes”, sanguinarios, quienes llegaron a la casa de Benoit, y al no encontrarlo, mataron cruelmente a su esposa e hijos. El líder opositor se había refugiado en la embajada de la República Dominicana. En los consejos de ministros, Duvalier no tenía límite alguno en actuar en contra de alguno de sus ministros que no seguían sus órdenes, y llegaba a abofetearlos en las reuniones.
El quiebre político y social de Haití se originó en esos años, prologándose posteriormente con la muerte de Duvalier, con el gobierno de su hijo, un joven que por supuesto carecía de cualquier idea o mesura de gobierno, “Baby doc”. A este país fue el que llegó, como para profundizar aún más su interminable historia de sufrimiento, un comando de Colombia para perpetrar un magnicidio asesinando a su presidente. Existen diversas conjeturas sobre los móviles para el asesinato del presidente Jovenel Moise, que van desde los poderosos enemigos que tenía al interferir en grandes negocios en el país, hasta de mafias o enemigos políticos que no estaban de acuerdo con la extensión de su período presidencial.
Lamentable la imagen internacional en los últimos meses para Colombia. Hace dos meses venimos con las imágenes del paro, las movilizaciones en las que el mundo vio imágenes de excesos de la policía que justo por estos días fue rechazada por la CIDH, y ese mismo día, vinieron las imágenes del magnicidio y a las pocas horas, nuestra sorpresa al saber que lo había perpetrado un comando colombiano. Aquí en Colombia quedamos en una lamentable encrucijada: algunos pocos logran colocar el nombre e imagen del país en el peor de los escenarios a nivel internacional, mientras aquí la mayoría aún pensamos en las posibilidades de Colombia.
Que tenga presente han sido tres los presidentes latinoamericanos que han sido asesinados en su ejercicio: Jhon F Kenedy, Salvador Allende y ahora Jovenel, descontando a un dictador como Somoza o Trujillo. Lamentable la historia del triunfo de lo que fue “la primera República negra”.
