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Imprudentes y abusivos
Son muchos los accidentes de tránsito, en los cuales, los conductores de motocicleta en particular los domiciliarios, ocupan buena parte de las estadísticas.
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Domingo, 27 de Junio de 2021

Debido a los motivos por todos conocidos y ante la notable reducción de la fuerza laboral activa en el mundo, muchas personas optaron por derivar su sustento familiar, trabajando como domiciliarios, teniendo como herramienta una motocicleta y una base de dinero para comprar los encargos.

En varias oportunidades escribí sobre el riesgo a que estaban expuestos, debido a la inobservancia de las mínimas medidas de bioseguridad y de ahí que aún se reúnen en las afueras de los locales comerciales a esperar su turno o sencillamente a intercambiar anécdotas, sin importar que la amenaza, aumenta cada día sus cifras de morbilidad y mortalidad.  

Son muchos los accidentes de tránsito, en los cuales, los conductores de motocicleta en particular los domiciliarios, ocupan buena parte de las estadísticas y por lo general, la causa obedece a la violación de las normas de tránsito, representadas en exceso de velocidad, adelantar por la derecha, no respetar la luz roja de los semáforos, hablar por el celular mientras conducen, en fin, todo un menú de irresponsabilidades.

Por otra parte, varios de ellos no han querido entender que la pandemia no contempló excepciones en materia documental y se indisponen porque la autoridad de tránsito exige el Seguro Obligatorio de Accidentes de Tránsito, el Certificado de Revisión  Técnico-mecánica y de Emisiones Contaminantes, la Licencia de Conducción y por supuesto, la Cédula de Ciudadanía, que son factores de inmovilización de la motocicleta, acompañada de la respectiva multa, situación que origina discordia entre el infractor y el uniformado. 

La segunda situación, está representada en el costo de comprar y llevar al destino alimentos principalmente, puesto que una gran mayoría ha perdido la noción del cobro por dicho trabajo y aplican tarifas que se salen de los límites del servicio, pasando al abuso en el costo del encargo, aspecto que debe ser reglamentado, al tratarse de una actividad que además de haber crecido en proporciones desconocidas, está totalmente descontrolada en materia de tarifas y seguridad.

Es hora que los concejales de la ciudad, vuelvan sus ojos y activen su cerebro a una situación que creció y se salió de las manos de todas las autoridades, toda vez que a la fecha se desconoce si existen fachadas de domiciliarios, representadas en delincuentes de alta peligrosidad, que transitan por toda la ciudad desacreditando a la gran mayoría, personas humildes y honradas que por necesidad arriesgan su vida no solo en las vías sino en el contacto con otros ciudadanos, sin saber en qué momento son objeto de la enfermedad.  

Además, los que pertenecen a este último grupo, no pueden caer en la tentación de elevar “olímpicamente” las tarifas porque los clientes se cansan del abuso y recordar que violar las normas de tránsito, trae como consecuencia la pérdida de dinero y en ocasiones la vida. 

Finalmente, aclarar que lo escrito aplica para un alto porcentaje de domiciliarios imprudentes y abusivos, puesto que muy a mi pesar, aquellos que no tienen tacha alguna, son muy pocos.  

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