Lo que era inminente en el tema de impuestos, ya es una realidad: el gobierno va a radicar una nueva reforma tributaria que va a poner a más colombianos a pagar impuestos, y se va a aumentar la cantidad de productos que deben pagar IVA.
El descuadre de las finanzas del Estado es muy grande, y para el gobierno no existe otra posibilidad sino la de “meterle” la mano al bolsillo a los colombianos y con esto, el deterioro de una clase media que ya no puede más.
A Santos hay que reconocerle muchas cosas, como ya varios analistas y columnistas han tenido oportunidad de expresarlo, pero de una manera muy elegante y ponderada en su discurso de posesión, el presidente Duque señaló cuál fue uno de los errores graves del gobierno saliente: “Cometimos el error de que a menores ingresos por la caída de los precios del petróleo, tratamos de reemplazarlos con más impuestos”.
Si hubo una gran verdad que se dijo el pasado 7 de agosto, una crítica real y cierta al gobierno de Santos, más que la andanada y excesivos casi que de insultos, y señalamientos de errores de la administración saliente señalada por el presidente del Congreso Ernesto Macías, fue este, el tema del fracaso en diversificar la economía, en haber confiado excesivamente en los ingresos petroleros.
Los precios mundiales del crudo cayeron, y económicamente el país se vino al piso.
Este es el escenario de los colombianos, porque el de Cúcuta y la región es más preocupante.
Aquí en Cúcuta el que no alcanza a asimilar esta nueva carga tributaria, no le queda otra alternativa posible a mucha gente sino la de aumentar la informalidad que de por sí ya es muy alta, una de las mayores del país.
Y es que el desorden y la inequidad que hoy existe en los impuestos de la ciudad es muy grave, casi alarmante.
Por ejemplo, el impuesto de industria y comercio se paga sobre una base que no se ajusta a la ley.
Ni para que hablar del impuesto predial, tributo en el que el mismo director del Igac reconocía por estos días que en Cúcuta hace 7 años no se hace una actualización catastral, y lo que es peor, en la ciudad debe hacerse una actualización del valor de los predios pero a la baja, porque esa es la realidad económica de la ciudad.
Aquí ya se ha dicho en varias oportunidades que las autoridades aquí en la determinación de los impuestos toman decisiones como si estuviéramos en Medellín, Barranquilla o Nueva York, y no se han dado cuenta de que estamos en Cúcuta, en esta frontera llena de problemas.
En el tema del impuesto por alumbrado público existe una sentencia de la Corte Constitucional del 2.016, que respecto del recaudo fija unos límites y parámetros que hay que revisar.
Con este desorden de los impuestos en la ciudad, en los que hay muchos contribuyentes embargados, que ya no pueden más, en donde en muchos casos sus casas tienen un valor catastral muy superior al valor comercial – lo cual es prohibido por la ley -, dando lugar a que muchos que ya no pueden con el pago del predial, y como única alternativa traten de vender su inmueble a cualquier precio sin ninguna posibilidad, mejor dicho, lo que nos espera es más informalidad e inseguridad.
A los que hacen empresa hoy en día en una ciudad como Cúcuta, hay que felicitarlos, casi exaltarlos, porque además de crear puestos de trabajo, de pagar impuestos, de luchar contra el contrabando, de apostarle a lo formal, a la legalidad, la contraprestación que reciben de la administración es la de crear tarifas de las más altas del país, presionarlos para que paguen impuestos, y si pueden, hasta embargarlos, y por eso muchos, derrotados, no les queda otra alternativa que la de cerrar e irse para otro lado. Es decir, lo que nos espera, no es un cuento de hadas.