Ábrego, simplemente, se llama el opúsculo (83 páginas) que lanzaré este 8 de septiembre a las cuatro de la tarde, dentro del evento denominado “La fiesta del libro de Cúcuta” que va del 5 al 10 del mismo mes, en el recinto de la biblioteca pública departamental Julio Pérez Ferrero. El moderador será el doctor Olger García Velásquez, presidente de la Academia de Historia de Norte de Santander.
El nacimiento de esta obra digamos que es transversal puesto que no me había propuesto escribir un esbozo sobre esta bella población de la provincia de Ocaña sino que estaba en otro menester: encontrar el origen de un apellido de mis ancestros, un poco refundido o confundido o sin razón aparente. Ello, dentro de una amplia biografía de mi padre, iniciada hace unos años.
¿Qué pasó? Que sabiendo que aquel bisabuelo había nacido, se había casado y tenido los hijos en Ábrego, ¿por qué aparecía con los apellidos iguales que los de su padre? Entonces me dediqué a escudriñar en los archivos parroquiales, rastreo que me condujo también a los libros eclesiásticos de Ocaña al descubrir que el libro 4° de matrimonios había ido a parar, extrañamente, a la parroquia Santa Ana.
Pues en esa búsqueda en ambas poblaciones me topé con una infinidad de datos de todo tipo, histórico, político, sociológico, religioso, cultural y económico, de sumo interés, durante un período de más de doscientos años. De ahí que decidiera que tales datos no se quedaran como secundarios en una libreta, sino que debía aprovecharlos en un tema diferente al del propósito inicial, a saber, dar a conocer algunas minucias, desde el punto de vista de las actas parroquiales, de la génesis de Ábrego. Ello lo complementaría con los relatos de otras fuentes, como los libros del historiógrafo de Ábrego don José de la Cruz Vergel Jaimes, las estadísticas de la Corporación Autónoma Regional de la Frontera Nororiental - CORPONOR - , la Gaceta Histórica de la Academia de Historia de Norte de Santander, etc.
Por supuesto que las donadoras principales del terreno para edificar el pueblo ocupan páginas especiales e ilustración en caricatura. Hablamos de las hermanas doña Ana María y doña Josefa de la Encarnación Maldonado Quintero.
Es inevitable que en la indagación histórica se tropiece uno con simpáticas leyendas. Y ahí están puestas en el libro. Mencionemos nada más dos: la del cura Franza, que fue desterrado del lugar pero sacado encima de un burro y mirándole la cola al animal; y la otra, aquella que refiere que Ábrego tuvo su “Juancho sin miedo”.
Y entre las curiosidades encontramos la razón de muchos nombres de bautizados: por ejemplo, por qué se llamaban Sensión y no Ascensión o Asunción, y por qué a algunos en vez de ser conocidos como Resurrección los conocían como Resura. También vemos cómo no faltaron los casos de bautismos practicados por un vecino borracho.
Sin más, espero a mis amables lectores en el dicho lanzamiento. Gracias anticipadas.
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