“El cambio es una puerta que se abre desde dentro”, Virginia Satir.
Siempre he admirado el milagro japonés. De hecho, en mis clases, me gusta compartir este tema con los estudiantes. Al respecto, Shomei Tomatsu, en su serie “Aichi” (1959) explica que los resultados de la persistencia de las tradiciones y como a partir de las ruinas del pasado, y recurriendo a los orígenes de la cultura tradicional, después de la Segunda Guerra Mundial, Japón comienza a renacer. Fueron tiempos difíciles y el país se recuperaba lentamente de la mayor invasión que había sufrido a lo largo de su historia. Y Japón logró volver después de haber pasado más de una década sumido en una importante recesión. Posteriormente tuvo una fase de crecimiento moderado, volvió a contar con el apoyo de los principales operadores internacionales y vio elevar su facturación en el mercado y volver a tener un alto crecimiento económico. Hoy es una potencia industrial global y un exportador de bienes tecnológicos de alta calidad.
De manera similar, nuestra ciudad vivió muchos años de sometimiento y postración, épocas de encadenamiento político y social que llevó a rezagarse en su desarrollo integral. Con el tiempo, esta circunstancia se convirtió en un preocupante problema estructural que aún subsiste. Pero, en un momento histórico, los ciudadanos se rebelaron contra esa sumisión y decidieron en las urnas adoptar una nueva visión para Cúcuta.
El proyecto Cúcuta 2050 es una alternativa basada en la historia regional, en educación, formación y cultura ciudadana, en familia, convivencia y confianza, en ética, dignidad y ejemplo, en integralidad, decencia, respeto, principios y valores, en coherencia y orden, en verdad, equidad y justicia, en participación cívica y política, y, en inclusión social y productiva. Es una estrategia que deja atrás el cortoplacismo y la improvisación y se enfoca en una visión de futuro más amplia y prospectiva.
Cada día son más las personas que se adhieren a este renacer de Cúcuta, porque esto permitirá vivir la esperanza de una ciudad competitiva para escalar en el panorama nacional e internacional.
La invitación para todos los cucuteños y para las organizaciones académicas, civiles, profesionales y empresariales, es, sumarse a esta iniciativa y manifestarse públicamente en favor de esta alternativa, para consolidar una sociedad con nuevos valores, símbolos y propósitos. No olviden que lo que está en juego es el futuro de nuestros descendientes.
El plan es defender el futuro de la ciudad a toda costa y eliminar con decisión las alimañas que se han enquistado en las agallas de Cúcuta, cual organismos parásitos o virus permanentes. En este sentido, ante el peligro estimado en sus debidas proporciones, el proceso de revocatoria contra la actual administración municipal, hay que derrotarlo con energía y civismo.
Debe entenderse que el argumento válido para una revocatoria es el incumplimiento del programa de gobierno o mandato de un alcalde o un gobernador. Al respecto, el columnista de El Colombiano Luis Francisco Álvarez, afirmó recientemente: “El proceso de revocatoria no es un proceso para reemplazar un funcionario por otro. El verdadero proceso revocatorio busca el bienestar general y la protección de la institucionalidad. Si se hace con otra intención (cómo proteger intereses económicos de unos pocos, o retomar el poder), se está manipulando a los ciudadanos del común con argucias, haciendo que éstos pierdan la fe en las instituciones legalmente constituidas. Una revocatoria no puede transformarse en un proceso electoral para medir fuerzas y aspiraciones políticas y menos aún si se basa en falacias argumentativas”.
Dadas las circunstancias constitucionales, este mecanismo de participación ciudadana prevé como una alternativa válida y legal, la abstención activa para evitar sumar al caudal de votos que permita lograr el umbral requerido. Por esto, lo más razonable y saludable es que el día de las elecciones, los cucuteños de bien se relajen y se queden en sus casas. Así estaremos contribuyendo, en gran medida, a la consolidación del sueño de ciudad que estamos esperando con un camino despejado y seguro.