Ante la preocupación por la caída bastante considerable del sector de vivienda, muchas cosas se han propuesto y también prometido. La verdad es que el sector sigue estancado, y mientras eso pasa, un cúmulo de afectaciones se sienten con rigor.
En primer lugar el sueño aplazado para todos aquellos que aspiran a tener techo propio para su familia; pero mas allá, el indicador señala de manera dramática cómo el empleo se disminuye para un sector que suele acoger buena parte de la mano de obra no calificada disponible, que en el caso de nuestro país, es bastante representativa; y a su vez, todo lo que circula alrededor de la construcción, como cemento, hierro, ventanería, materiales eléctricos, pintura, madera, elementos de cocina y baños, y un largo etcétera.
La desaceleración de esta cadena percute la economía, y desde luego genera un problema social muy marcado que produce hondo impacto, pues tienen que parar los que más necesitan.
Urgente resulta que se desembolsen las partidas presupuestales para las coberturas de la vivienda de interés social, de tal manera que sea posible rectificar esa caída que llega al 64%, y para las no VIS el 55,8%, el y desde luego también es necesario dar un empujón a los créditos bancarios, pues ese sector solo ha tenido un crecimiento del 1,9%, muy posiblemente afectado por las altas tasas de interés del sistema crediticio, que debe atender los comportamientos de la inflación y los parámetros del Banco de la República.
Precisamente se espera que, en la reunión de la junta directiva del Banco de la República de este mes, haya un respiro en cuanto a las tasas de interés; sería un buen comienzo, pues permitiría ir ganando confianza, que se encuentra deteriorada desde la aparición de la pandemia.
Por otro lado, es importante diseñar toda una política para impulsar el sector, que señale cupos de crédito disponibles, tasas accesibles y estímulos tributarios para quienes realicen estas inversiones.
Si es posible estructurar un sector de la construcción vigoroso, estaríamos frente a un indicador que podría alentar positivamente el crecimiento económico y la calidad de vida de los colombianos.
En la actualidad solo el 34,9% de los colombianos tiene casa propia, experimentándose una caída considerable respecto de 2019, en donde el porcentaje era de 42,6%, lo que hace urgente mejorar ese índice, que sin duda permitiría a muchas familias alcanzar la tranquilidad de sus vidas, al poder disfrutar de su propio techo y tener la esperanza de alcanzar un patrimonio que le dará estabilidad a su entorno familiar.