La inseguridad se está tomando varias ciudades en el país. Ahora es la capital Bogotá en la que esta semana que pasó se presentaron tres asaltos violentos, con muertos, armas, sangre y asesinatos a sangre fría que recuerdan episodios urbanos de gran violencia que solo veíamos en películas, como aquella de la mafia de Chicago en los años 20. En un sitio exclusivo de la capital unos agentes de policía intuyeron que algo sucedía en un Davivienda, e hicieron una inspección de rutina y uno de los delincuentes, sin mediar palabra, le disparó en la cara a un joven agente; un compañero reacciona y mata al agresor, cuya nacionalidad era venezolana.
La alcaldesa Claudia López reacciona expresando que son muchos los venezolanos que están viniendo al país a cometer actos vandálicos, y después de su intervención se le vino el mundo encima. El primero de ellos fue el concejal Carlos Fernando Galán quien le reprochó que en realidad a “la alcaldesa la ciudad se le salió de las manos”, que no ha diseñado ninguna política contra la inseguridad y que si bien hace un año, cuando empezó la pandemia, Claudia tomó medidas ejemplares que en algún momento incluso desbordaron al propio Duque, hoy sus logros son cuestionables: inseguridad desbordada, no ha generado empleo, muy protagonista y regañona y hasta le siguen cuestionando su viaje de vacaciones en plena pandemia. En fin, la acusan de que es muy fácil “echarle la culpa a los venezolanos” de todos los males de la ciudad.
Muy grave lo de Bogotá y lo que está sucediendo en varias ciudades del país. Lo de la xenofobia, eso de que la delincuencia es generada en grandes proporciones por los venezolanos, por lo menos en la capital no resulta ser tan cierto. Está comprobado que los inmigrantes tan sólo participan en un 2% de los actos vandálicos. La situación es de tal preocupación que se anuncia que hasta el ejército apoyará a la policía para el control de armas. Es posible que en ciudades fronterizas como Cúcuta la situación sea diferente. Los actos de vandalismo se nos volvieron cotidianos, recurrentes, de miedo, y es que hay un dato que muestra el impacto del déficit de la economía, el hueco fiscal, que lo dice todo: el déficit para el 2021 es de 96 billones pesos. Es decir, que la reforma tributaria que se está proyectando el gobierno para recoger 15 billones, de entrada ya se quedó corta.
Con esas cifras tan altas de déficit, será muy difícil garantizar la seguridad en las ciudades. Existe otro indicador preocupante proporcionado por el observatorio de la Universidad Javeriana: el 63% de los estudiantes de colegios públicos no tienen acceso a internet. No es una tarea fácil ni para Claudia López ni para ningún mandatario en el país dada las cifras de desequilibrio económico que hay en el país, aunque lo que si resulta reprochable es que algunos gobernantes no asuman con responsabilidad la realidad de su ciudad. Eso de culpar de la inseguridad de Bogotá a los inmigrantes es una manera de crear una “cortina de humo”, de esconder su propio fracaso, o como le sucede a otros alcaldes, de andar en otros programas que para nada responden a las angustias de la gente.
Es tan complejo el problema de inseguridad y desempleo en el país, que es muy probable que en la campaña por la presidencia tome fuerza un candidato que envíe un mensaje en darle una solución a esas dos angustias ciudadanas. Por ello es que triunfa el populismo en América Latina. En Ecuador el candidato Andrés Arauz anuncia, seguramente irresponsablemente, que de ganar las elecciones, le dará a cada familia 1.000 dólares. El problema es que con esos planteamientos ganan las elecciones. Por lo menos, por ahora a Claudia López se ve obligada a no “echarle la culpa a los venezolanos” por la inseguridad de Bogotá.