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La crisis de Naciones Unidas
Las guerras regionales con armas convencionales o no nucleares, continúan por doquier.
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Domingo, 20 de Octubre de 2024

La Organización de las Naciones Unidas Representa la mayor expresión del multilateralismo, abarcando prácticamente la totalidad de la familia humana, con 193 estados miembros. En sus 79 años de historia, ha tenido aciertos y desaciertos. Después del colapso de la Unión Soviética y el final de la Guerra Fría, más notorios han sido sus errores, verbigracia, en su rol frente a la guerra en los Balcanes, el exterminio de los Tutsi en Ruanda, y su tardía intervención en Darfur, Sudán. Y, más recientemente, por su inoperancia ante la invasión rusa de Ucrania y el genocidio israelí en Gaza.

El horror de la Primera Guerra Mundial, que dejó 24 millones de muertos, no fue suficiente para frenar la capacidad destructiva del individuo y el Estado. Vendrían el nazismo y la Segunda Guerra Mundial, con otros 75 millones de muertos, naciones devastadas, y armas nucleares, como se demostró en Hiroshima y Nagasaki con la bomba atómica.Todo ello forzó nuevas reflexiones alrededor de la Paz, entendida como un derecho de todas las naciones.

La ONU la adoptó como su valor fundante, incorporando el Progreso de Todos los Pueblos como segundo propósito.

Se quería garantizar la Paz Global. Encontrar un equilibrio entre el idealismo internacional y la soberanía de los estados no parecía fácil, como tampoco manejar las diferencias entre los países en términos de poder, desarrollo, influencia, compromiso y recursos. Esto explica el derecho al veto otorgado a los miembros permanentes del Consejo de Seguridad, es decir, a los Estados Unidos, la Unión Soviética, el Reino Unido, China y Francia, por manera que cualquier decisión contraria a sus intereses podrían vetar la y no se aplicaría.

Pues bien, ese esquema bloquea hoy la Organización. El veto ruso impide acciones efectivas frente a la guerra en Ucrania, y el apoyo de Estados Unidos a Israel, con su veto ante cualquier resolución en favor de los palestinos, obstaculiza parar el genocidio en Gaza. Por el veto, la lista de fracasos de la ONU es amplia.

Si bien es cierto que no se ha generado una Tercera Guerra Mundial y se han podido evitar distintos conflictos regionales, lo cual es un gran acierto de Naciones Unidas, no lo es menos que la carrera armamentista ha continuado, y que las guerras regionales con armas convencionales o no nucleares, continúan por doquier.

El Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares de 1.968, que pretendió evitar su propagación, no ha cumplido sus objetivos porque les reconoció el estatus de potencia nuclear a los miembros permanentes del Consejo de Seguridad, sin comprometerse a destruir su arsenal ni parar la investigación armamentista. India y Pakistán, que tienen armas nucleares y nunca firmaron el tratado por considerarlo discriminatorio, argumentan que creó un club privilegiado de ‘países nuclearmente ricos’, y un inmenso grupo de ‘países nuclearmente pobres’. Israel, que tampoco lo suscribió, no niega ni afirma poseer armas nucleares; y, Corea del Norte, aunque lo suscribió, se retiró en 2003. Seguimos viviendo en un mundo hiper armado.

Ni qué decir del segundo valor fundante de la ONU, cual es el Progreso de Todos los Pueblos, dados el subdesarrollo y la pobreza de más de 140 países; ni de los desafíos presentes del planeta, por el cambio climático y la inteligencia artificial.

Las Naciones Unidas requieren con urgencia de una cirugía radical, que permita construir un Nuevo Orden Internacional en lo político y económico. Desafortunadamente, nada será fácil.

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