Por eso es que hay que aplaudir y en lo posible seguir el ejemplo de Montería que acaba de ser elegida por la ONU como una de las diez ciudades más sostenibles del planeta, porque ha contado con tres administraciones municipales que en forma sucesiva, con una buena dosis de planeación, planes de ordenamiento territorial y especialmente decencia en los asuntos políticos de sus alcaldes, lograron este reconocimiento internacional. Según el informe, las iniciativas de la administración que se han desarrollado exitosamente han sido la de movilidad sostenible, ambiente sano, recuperación del río Sinú que pretende consolidar una “agrópolis del Sinú” que procura armonizar desarrollo urbano con medio ambiente. Mejor dicho, estos son los temas que trabajo un poco en mi ejercicio profesional y por eso ya estoy que compro el tiquete de avión para ir a ver el milagro.
Y es que cuando la política se ejerce con inmoralidad, con indecencia, como en el campo deportivo hoy lo hace Cadena con el equipo de la ciudad: sin escrúpulos de ninguna clase, cuando así lo hacen los alcaldes con las ciudades que administran, desde luego que los resultados son opuestos. Por ejemplo, por estos días dictando una charla en la universidad Libre del Socorro, le preguntaba a los alumnos sobre el progreso en los últimos años de San Gil, y la respuesta de los estudiantes no pudo ser más aplastante: “ aquí profe en los últimos años, tres alcaldes han terminado presos y han matado a dos”. En Floridablanca pasa algo similar, y ello ha dado lugar a que la ciudadanía como reacción a esa política indecente, eligieron como alcalde a un joven de apenas 22 años, el alcalde más joven de América Latina. Algún alumno me alcanzó a preguntar por las administraciones anteriores de Cúcuta, pero tuve suerte, la hora del posgrado ya terminaba.
Hoy en día que hablamos de la paz al desayuno, almuerzo y la cena, en definitiva, y eso fue lo que se propuso la constitución del 91, fue la de fortalecer al municipio como la unidad territorial más importante del Estado; por eso, si un municipio está bien administrado como el de Montería, allá hay paz y legitimidad, y contrariamente, aquellos donde reina el caos y la corrupción, pues la informalidad y las pandillas hacen de lo suyo. En los próximos días se desarrollarán las elecciones para gobernador en la Guajira, y ya algún sector de la población le va a solicitar al presidente que suspenda las elecciones porque allá no va a desarrollarse ninguna contienda democrática, nada de eso, tan solo es la disputa de dos mafias que se disputan la gobernación en cuya jurisdicción los niños mueren de hambre.
Hoy en día las ciudades que más progresan en Colombia, son, además de Montería, Medellín y Barranquilla. Bogotá que ha retrocedido en los últimos años, su participación en el PIB ha descendido de 26.6 al 24.8, lo cual indica que muchas empresas e industria ya no le apuestan a la capital por los problemas de movilidad e inseguridad conocidos. El caso de Cali debemos mirarlo con atención, pues está demostrado que después del año 2.005, 200 empresas se han ido de la ciudad como resultado, opinan analistas, de una ciudad que quedó fracturada por el negocio del narcotráfico y con una clase dirigente muy menguada. Con este breve panorama resulta evidente, ahora que hacemos grandes esfuerzos para encontrar la paz, que la paz está es en nuestras ciudades, en algo que no dice los acuerdos de la Habana: en la decencia de un alcalde. A propósito, y nosotros cómo vamos?