Europa era muy diferente antes de los atentados, a la de hoy. Podíamos encontrar muchas definiciones, ejemplos e historias de vida de lo que era ese viejo mundo antes de los atentados; por ejemplo, en alguna ocasión un escritor la definía como el continente en el que el arte salía de los museos y descendía por las ciudades. Una hermosa y bella definición, o como también la pudo definir en su momento el escritor norteamericano Henry Miller, quien por allá en los años de la depresión en Estados Unidos, en 1.928 trataba de escribir sin éxito en Nueva York, y fue su propia esposa June quien le propuso irse al viejo mundo a escribir novelas encontrando Miller el espacio, los amigos, los surrealistas de la época, las cafeterías, y muy especialmente como se lo relataría a su mujer posteriormente, la tranquilidad porque en Europa ser pobre no era un castigo. Esa fue la Europa de otros tiempos, la de los años 68 que gestó uno de los movimientos culturales más importantes de toda la historia, que cuestionó al mundo occidental, sus valores, sus contradicciones, y por ello fue la cuna de intelectuales y filósofos que aún hoy son recordados. Ahora es la Europa del miedo y del terror.
Ese miedo se expresa de cualquier forma, en una charla, en un saludo. Hace algunos días llamé a saludar a unos amigos que viven en el norte de Francia, cerca de Verdun, familia que hace algo más de 20 años adoptaron a un niño nacido y abandonado en Tibú, hoy en día estudiante de medicina, y sus padres me relataban con algo de miedo y sorpresa la cantidad de refugiados que les había llegado a su región. No están preparados para recibir tal cantidad de refugiados. El país en donde hace cerca de 200 años se gestó una de las revoluciones más importantes para el reconocimiento de los derechos del hombre, hoy está con miedo, con terror por lo que ve que sucede todos los días. Bélgica sabía que iba a tener un atentado terrorista, y le llegó. La peor tragedia que vive hoy el continente Europeo, y más particularmente países como Francia y Bélgica, es que muchos de sus potenciales enemigos, los que pueden colocar en cualquier momento una bomba en una estación del metro o aeropuerto, son jóvenes de no más de 30 años que nacieron en sus propios países, que nunca se adaptaron a su cultura, que con el paso de los años han venido creando verdaderas comunidades en las que impera es el resentimiento, el odio.
Todas estas manifestaciones de miedo tendrán su expresión política. Puede abrirse un espacio peligroso a los nacionalismos y la xenofobia en las que a la democracia se le cerraran muchos espacios. Es la lucha del mundo occidental contra la cultura oriental. Todo lo que está viviendo Europa hoy en día seguramente es el resultado de una gran equivocación de la cultura occidental, cuando su soberbia la llevó hace algunos años a decidir invadir países como Irak y Afganistán con milenarias culturas y valores ajenos totalmente a este mundo, mundo ancestral que la única forma que han encontrado para responder es el terrorismo. Esa es la Europa de terror y miedo de hoy en la que cada vez se encuentran más jóvenes frustrados y sin ningún proyecto de vida en el viejo continente, cuyas imágenes por estos días asustan, dan terror al ver gente tan joven que ya no les interesa ir a una universidad, y menos a un museo, y prefieren inmolarse estallando una bomba en una estación de metro o aeropuerto. La Europa del miedo y el terror.