En una crónica reciente veíamos la explicación de cómo una ciudad como Las Vegas, con 2,3 millones de habitantes y con 40 millones de turistas al año, podía abastecerse de agua, estando situada en una zona desértica. Lo hizo estructurando leyes rígidas sobre uso del agua, generando sistemas educativos que permitieran asimilar los conceptos de cuidado y de uso, y creando incentivos económicos para todos aquellos que aplicaran fórmulas relacionadas con el mejor aprovechamiento, a través de dos factores: educación y disciplina.
Ahora que en Colombia estamos viviendo duros momentos derivados del fenómeno climático y cuando arden las campañas para gobernaciones y alcaldías, bueno sería que los implicados en acceder al manejo de lo público, pensaran en propuestas creativas que permitan generar instrumentos para solucionar los grandes problemas, entre ellos el vital del agua.
En Las Vegas, existen las denominadas “patrullas del agua” que desde muy temprano hacen inspecciones todos los días para detectar mangueras rotas, uso no permitido del líquido o cualquier exceso de consumo que sea llamativo; y también para recibir denuncias que hagan los ciudadanos sobre determinados casos que lleguen a comprometer las restricciones establecidas.
Esta información es procesada de manera muy rápida y la autoridad de inmediato establece sanciones y compromisos de reparación y no repetición, para que en verdad los casos notorios detectados se puedan exhibir de ejemplo ante la comunidad, para que sea posible fomentar de manera permanente esa cultura del cuidado del agua.
Me hace recordar una institución que funciona en la ciudad de Valencia, España, que tuve la oportunidad de conocer hace algunos años y que se denomina El Tribunal de las Aguas. Lo constituye un grupo de destacados ciudadanos que se reúnen todos los jueves en una iglesia, en donde se documentan casos de abuso del uso del agua o de situaciones irregulares que amenacen las fuentes que existen en los alrededores de la ciudad. La sorpresa mayor me la llevé, cuando me dijeron que ese tribunal funciona desde hace más de 500 años y que, con el paso del tiempo, su valor ha sido apreciado con mayor ahínco y esto ha significado que las fuentes hídricas estén claramente protegidas y que además de haya creado una cultura, que viene desde la primera infancia de todos los vecinos.
La institución es venerada y respetada, y figura dentro de las instituciones de patrimonio cultural de la ciudad, la cual visitan ambientalistas de todo el mundo.
Por estos días, cuando el planeta arde en medio de un intenso verano, y cuando las sequías amenazan a buena parte de los habitantes de las ciudades, bueno es pensar en desarrollar las alternativas del futuro, para que el agua sea un compromiso de todos y un propósito irrenunciable de las autoridades competentes.