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La vejez…al natural
El final lógico en desarrollo (la muerte normal), nos provee de emociones distintas, serenas, con la paciencia, el valor y la templanza apostillando nuestros principios fundamentales o la corrección de los yerros, en un lavado del corazón.
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Lunes, 31 de Enero de 2022

La vejez -sin dramatismos- es sólo la culminación del proceso natural de cosechar los años de nuestra misión, para celebrarlos con gratitud o -si es necesario- con la consciencia suficiente para un arrepentimiento noble con el destino.

El balance debe reflejar la querencia por la vida, por nuestros talentos y carencias, virtudes y defectos, y por -ojalá- pensar que todo se hizo de buena fe y que, en el tránsito hacia la eternidad, es conveniente estar livianos de impurezas.

El final lógico en desarrollo (la muerte normal), nos provee de emociones distintas, serenas, con la paciencia, el valor y la templanza apostillando nuestros principios fundamentales o la corrección de los yerros, en un lavado del corazón.

Así, con una sonrisa socarrona a medio pliegue, nos acogemos al derecho de vejez para ser condescendientes y comprensivos con nuestros actos buenos y malos –juntos-, pero con una sombra de tolerancia redentora.

Porque esto de ser viejos es la oportunidad para reflexionar con una sensación de reposo y libertad, tal, que nos permita repasar nuestras vivencias con un poco más de sensatez y un ramo de flores de perdón deshojándose en las manos.

Los soñadores llevamos una ventaja, la esperanza, -una nodriza fiel y milenaria-, para que nos dote de prudencia y rememore las jornadas en que la edad era la epopeya de un bastón de mando guiado por los sueños.

O la de invocar a los duendes, para que jueguen con nosotros a mirar al pasado, desde una atalaya de paz que nos despliegue el cielo ante los ojos, y nos deje guardar las cosas bonitas que merecen quedar en el alma.

 

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