La frontera es una región en la que pasan muchas cosas, pero nadie o casi nadie conoce muy bien lo que ocurre, especialmente las autoridades.
Hace casi dos años, en junio de 2021, se conoció que dentro de las instalaciones de la Brigada 30 se había detonado un carro bomba. Diez días después se presentó un atentado contra el helicóptero en el que se transportaba el entonces presidente Iván Duque, el gobernador de Norte de Santander y el alcalde de Cúcuta. El 21 de julio se encontró una caja bomba en el barrio Cerro Pico. Finalizando agosto fueron detonados explosivos en contra de la estación de policía de Atalaya. Veinte días después atacaron con explosivos a un grupo de uniformados en la entrada del barrio Prados del Este. Un mes más tarde se coordinó un ataque en distintos puntos de la ciudad en contra de los dispositivos de foto-multas.
Podría afirmarse que el 2021 fue un año profundamente violento en una región que ya presentaba altos niveles de violencia. La cantidad y la gravedad de los atentados en la zona urbana despertaron alarmas. Fue así como por un corto período de tiempo el conflicto y la seguridad estuvieron posicionados en los medios de comunicación nacional y de la región. La noticia era la violencia en la ciudad y había que contarla.
Ese año se realizaron múltiples consejos extraordinarios de seguridad y al finalizar cada uno de estos se anunciaban una serie de medidas que no trascendieron. Un inconveniente de estos eventos violentos continuos es que, al tener que responderse con inmediatez, lo urgente ocupa el lugar de lo importante.
Por eso estos temas no están en la agenda pública permanente, por eso no hay un plan regional de seguridad que involucre a los municipios de las distintas subregiones del oriente del país, por eso no se han logrado aún acuerdos binacionales de cooperación judicial para el esclarecimiento de delitos y por eso cuando la prensa incomoda a los dirigentes locales, suelen dar las mismas respuestas y miran hacia el Gobierno nacional como esperando milagros que no llegan o que no existen.
Atendiendo los eventos violentos del Parque Mercedes, volvió a surgir la pregunta: “¿Qué está pasando en Cúcuta?”. Las autoridades plantean hipótesis y ofrecen recompensas para calmar los ánimos, y los incontables candidatos a cargos de elección popular se arriesgan a decir cualquier cosa con tal de no tomarse unos minutos para pensar. Pensar, por ejemplo, que no es algo que “está pasando” ahora mismo, sino algo que “no ha dejado de pasar” y que probablemente continúe.
Al momento de enviar esta columna el presidente Gustavo Petro no se había pronunciado sobre un atentado que ocurrió a cinco cuadras de la Alcaldía de Cúcuta. Se encuentra en una visita institucional a Estados Unidos. Los problemas del conflicto y de seguridad muestran que las brechas entre el centro y las regiones aún no comienzan a disminuir.
La frontera es una región en la que pasan muchas cosas, pero nadie o casi nadie conoce muy bien lo que ocurre, especialmente las autoridades.