El informe más reciente (julio 2021) presentado por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC)-Sistema Integrado de Monitoreo de Cultivos Ilícitos (SIMCI) en Colombia ofrece un panorama claro frente a la problemática de los cultivos ilícitos en el departamento, así como en la ciudad capital: Cúcuta. Por más increíble que parezca, la perla del norte hace parte del grupo de ocho ciudades con áreas de cultivos ilícitos cultivadas.
El mito de la coca en el Catatumbo dejó de serlo hace mucho, y hoy por hoy hace parte de una dura realidad de la zona rural de Cúcuta. Nuestra ciudad pasó de tener 10 hectáreas (Ha) de coca cultivadas en 2010 a 373 Ha en 2020: Si tuviésemos esa misma cantidad de Ha cultivadas en plátano, lograríamos satisfacer la demanda de plátano de Bélgica de un año (teniendo en cuenta cifras de exportaciones de plátano de MinAgricultura 2019).
El departamento de Norte de Santander tampoco se queda atrás en cuanto a cultivos de coca: De 1889 Ha que había en 2010, el área cultivada ha crecido un 2000%, pasando a 40.000 Ha en 2020. Son muchas las razones que explican que tanto en Cúcuta como el departamento los cultivos de coca vayan en expansión año tras año: 1) Vulnerabilidades de conectividad, 2) Déficit en acceso a servicios, 3) Carencia en infraestructura, 4) Presencia de economías ilícitas, 5) Ubicación geoestratégica que permite disponibilidad y cómodo acceso a insumos de producción de clorhidrato (como gasolina, por ejemplo, cuando se encontraba activo el contrabando de gasolina desde Venezuela); 6) Facilidades de comercialización que derivan en una optimización de las ganancias que se generan en esta actividad ilícita; y por último, pero no menos importante, 7) Presión territorial de grupos armados ilegales.
Esta mezcla de factores hace que tengamos cultivos de coca en 17 municipios de Norte de Santander, lo que ha convertido al Catatumbo en un enclave productivo de coca según el SIMCI 2021.
Otro punto importante del informe es que, si en el Catatumbo se erradicaron 9.515 hectáreas en 2020, cifra que representa un 542% más que en 2019 y que a su vez se constituye en la más elevada de la historia, ¿por qué sigue aumentando la producción de cocaína en el departamento?
La respuesta es sencilla: En 2020 los cultivos fueron más eficientes con respecto a su capacidad de extracción de clorhidrato de cocaína a partir de la hoja de coca. El aprovechamiento de la hoja de coca se incrementó en un 10%. Adicionalmente, en todas las fases de producción, el rendimiento aumentó, lo cual hace más atractivo el negocio. En 2020, la producción de cocaína en el Catatumbo fue de 312 toneladas, 40% más que en 2019.
Actualmente se requieren menos matas de coca para producir la misma cantidad de clorhidrato que en años anteriores. Lo anterior sucede debido a la tecnificación de la coca (mejores prácticas de agricultura), la cual coincide con el posicionamiento de grupos armados ilegales, aumentando aún más el riesgo al que están sometidas las comunidades cocaleras y la dependencia de estas, ante estas estructuras ilegales.
Todos estos hallazgos del informe parecieran callejones sin salida, pero no. Existen mecanismos por explorar para luchar contra esta economía legal que deja una estela de violencia a su paso: construcción de modelos de sustitución voluntaria y desarrollo alternativo pensados desde lo local y no desde Bogotá, generación de estrategias de formalización de predios en zonas de conflicto, atención integral a la población inmersa en el territorio afectado por cultivos de coca y no sólo a aquella que depende directamente del cultivo. Estas son algunas ideas que exploraremos en la segunda parte de esta columna y que servirán para entender mejor la problemática específica de Cúcuta.