Tal vez por la significación de los personajes, el ejemplo más relevante en la actualidad de contradicción moral lo encarnan dos superpoderosos de los Estados Unidos: el presidente Joe Biden y la señora Nancy Pelosi, presidente de la Cámara de Representantes. Ambos demócratas y que se dicen católicos. El Demócrata, como es sabido, es un partido liberal.
En la exhortación apostólica “Evangeli gaudium” (el gozo del Evangelio) del papa Francisco, se previene al católico para que no “relegue la religión a la intimidad secreta de la persona”. Justamente eso es lo que practica la mayoría de los políticos que se presentan como católicos: católicos en la intimidad del hogar y otra cosa en su actividad pública, ya en los cuerpos colegiados o ya en el gobierno.
El caso de Biden y Pelosi es emblemático: no solo son defensores del aborto en general sino sus promotores. El presidente Donald Trump había desmontado las clínicas abortivas y Biden las reabrió. Éste sostiene que el Papa le dijo en la última entrevista que podía recibir la comunión. Los obispos católicos de Estados Unidos se oponen a tal sacrilegio. El mismo pontífice ha manifestado que se trata de una cuestión de conciencia (?).
El católico, primero que todo, debe conocer bien su religión, para vivirla, amarla y defenderla. Para ello es preciso que busque fuentes objetivas de formación, que lea, investigue, se documente, en fin, que se instruya suficientemente. Así conocerá que el magisterio de la Iglesia, representado en Concilios, encíclicas y exhortaciones papales, ha condenado desde hace siglos diversas tendencias políticas, escuelas filosóficas y movimientos de apariencia bondadosa.
En esa lista encontrará el liberalismo, la masonería, el socialismo, el comunismo y sus sutiles derivaciones como el feminismo, el homosexualismo, el relativismo moral, la adopción de niños por parejas gays, el libre consumo de estupefacientes, el abortismo, el ambientalismo, el animalismo, el ecologismo, la Pacha Mama, la ideología de género, la Teología de la Liberación, etc., etc. Recientemente, el Catecismo de la Iglesia Católica de 1992 reitera la incompatibilidad de ser católico y adherente a aquellas formaciones ciudadanas.
De tales, las más condenadas por la Iglesia han sido el socialismo, el comunismo y la masonería (ésta, desde el mismo período en que apareció, en 1717). Es un hecho notorio que la masonería está extendida en esta Colombia de presunta mayoría católica y copa todos los poderes públicos. La actual procuradora general de la Nación, Margarita Cabello, es masona, la primera mujer admitida por esa asociación.
Antes de sufragar el católico está obligado a averiguar si su partido o candidato llevan en su programa algún aparte o propósito en oposición abierta o encubierta a la existencia de un Dios único y trino, y a la Iglesia y su doctrina.
Seguramente, por la ignorancia general al votar fue que el célebre Jorge Luis Borges sentenció: “La democracia es un error estadístico, porque en la democracia decide la mayoría, y la mayoría está formada por imbéciles”.
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