Debido a la gran diferencia en las pretensiones de las Centrales Obreras que aspiraban a un incremento del 12% en el salario mínimo para 2021 mientras que el sector empresarial ofrecía un 2.7%, no hubo acuerdo entre las partes y, en consecuencia, de acuerdo a sus facultades el gobierno decretó un aumento del 3.5%.
Sobre el particular, el presidente Duque dijo que el aumento era histórico porque “por primera vez en la historia de Colombia el monto superaba el millón de pesos”, (en unos años por primera vez en la historia, el salario superará los 2 millones de pesos) como lo había prometido en su campaña presidencial. Primera falacia, pues el aumento no superó el salario que se ubicó en $908.526 pesos, que sumado al auxilio de transporte, sin ser factor salarial, sí supera el millón de pesos. Lo cual equivale a decir que el ingreso de los trabajadores colombianos sí supera el millón, pero el salario no.
Con argumentos reiterativos en el sentido de que se mejorará la capacidad adquisitiva de los colombianos, nos damos coba mental (por no decir otra cosa), pero la realidad nos demuestra que es otra falacia en torno al mencionado aumento; veamos el porqué: el nuevo año nos recibió con el primer aumento anual (son 4 al menos) en el precio de la gasolina; finalizando el 2020 les incrementaron el salario a los congresistas en un 5.3%, aumento que se paga con cargo al bolsillo de los colombianos que próximamente se verá más golpeado con la anunciada reforma fiscal; los comparendos de tránsito, cuotas moderadoras de las EPS, peajes, y los servicios que presta el Estado con aumentos por encima del 3.5% decretado para los trabajadores asalariados.
Y qué decir de la empresa privada con los aumentos exagerados en los precios comenzando el año; por ejemplo, en mi restaurante favorito, para este año aumentó el precio del menú en una suma aproximada al 10%, lo mismo que en los supermercados y demás establecimientos de oferta de bienes, que están remarcando la mercancía con nuevos precios ajustados al aumento de principio de año, a pesar de que son inventarios adquiridos con precios de 2019.
Todas estas alzas no sólo se comen el aumento “generoso” del gobierno sino que además empobrecen aceleradamente al pueblo colombiano. Es igual en el caso de la pandemia, aumentar el cupo de camas UCI pero seguir con la indisciplina social será nugatoria. Como excepción al aumento del 3.5%, está el aumento pírrico a los pensionados a quienes por ley sólo les aumentan el IPC, que para este año el Dane certificó en 1.6%, haciendo así más miserable la situación para ellos.
Como consecuencia de todo lo anterior, queda claro que las Centrales Obreras en lugar de estar pidiendo aumentos salariales, deben dedicarse es, de una parte, a exigirle al gobierno que establezca un verdadero y efectivo control al sector privado que garantice que los incrementos en los precios de los bienes que produce no superen el aumento anual de los salarios, y, de otra parte, a lograr que el gobierno dé ejemplo aumentando el valor de los servicios que presta en un porcentaje que no supere los mismos.
Finalmente pido que rechacemos las propuestas populistas de congresistas y ex congresistas y otros aspirantes que, preparándose para la próxima campaña, proponen bajar el IVA y el sueldo a los congresistas, porque ya sabemos que ni el gobierno ni los congresistas se harán el harakiri.
En conclusión todo esto no solo es un circo, como se dice popularmente, sino ¡UNA FALACIA!