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Las penalidades de Avianca
Son muchas las dificultades como empresa de Avianca, pero los usuarios no deben asumir esas consecuencias.
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Domingo, 30 de Octubre de 2022

Avianca antes era la empresa insigne de Colombia, hasta nos sentíamos orgullosos de ella. En mi caso siempre he sido un fiel usuario de la aerolínea, normalmente no utilizo otra, a pesar de que en ocasiones ponen al pasajero al borde de la histeria.  Por estos días la aerolínea es noticia por donde la pongan,  algunas por su buen servicio, otras por sus demoras y abusos que en ocasiones sacan de quicio a la gente, y últimamente porque hacen con el pasajero lo que quieren. Por estos días una pasajera denunciaba por la W que por un error compró dos tiquetes para el mismo trayecto y día, cuando en realidad el segundo tiquete era para su esposo. Fue un simple error de compra, y la aerolínea por el cambio le exigía que debía pagar una penalidad.  

Ayer una exaltada pasajera insultó y hasta agredió a una azafata porque no se quiso poner el tapabocas que ante todo habla muy mal de la pasajera y la irascibilidad del día a día en Colombia. De Avianca tengo mis recuerdos de hace ya muchos años, en mis épocas de estudiante cuando se tomaba ese largo y azaroso transporte terrestre hasta Bogotá, en una Berlinas, y cuando el bus salía de Cúcuta a tan solo 40 minutos hacía su primera parada era en la Don Juana y allí se encontraba un gran aviso de Avianca que decía “Con nosotros ya habrías llegado muy cómodo”. En ese momento maldecía uno ser un pobre estudiante al que le faltaban aún como doce horas más de viaje y el frío de noche por la Laguna. 

En Avianca hoy en día cobran penalidades de acuerdo al capricho y buen genio del funcionario de turno. Por estos días viajaba Cúcuta-Bogotá, y por error mi Secre me lo compró en sentido inverso; en el aeropuerto ingenuamente llegué a pensar que vivía en un país decente y que tan solo se trataba de un simple cambio de itinerario, y la respuesta es que debía pagar una penalidad de casi un millón; valía más del doble la multa de lo que me había costado el tiquete. Preferí tranquilizarme, salí del aeropuerto y me fui a escucharle “la lengua” en la cafetería “La Tochecita” cerca a la Canasta, a todas las anécdotas y cuentos de mi amigo Eugenio Villamizar, que afortunadamente son muchas y quien hasta tequila me dio. A las dos horas ya ni me acordaba de la penalidad de Avianca. 

Y es que de las penalidades de Avianca no se salvan ni los premios Nóbel de la paz. Al expresidente Juan Manuel Santos y su esposa no los dejaron subir en un vuelo desde Canadá, y el exmandatario que tenía derecho como cualquier usuario a reclamar, pero otros pasajeros que malinterpretaron y creyeron que estaba utilizando sus credenciales para subirse al avión, el pobre Santos terminó hasta insultado porque algunos usuarios, me imagino que “todavía opositores al acuerdo de paz”, le decían que era mejor que lo dejaran en Canadá porque estorbaba en el avión. Gajes de la política dirán unos, o gajes de Avianca dirán otros. El viernes pasado tenía ocasión de hablar en una lluviosa Bogotá con el ex candidato presidencial Sergio Fajardo, y precisamente hacía alusión a esa agresividad en la cotidianidad de Colombia.

Son muchas las dificultades como empresa de Avianca, pero los usuarios no deben asumir esas consecuencias. Hoy en día ya es suficiente con la estrechez de los puestos que en un vuelo largo obligan al usuario a pasar una buena parte del recorrido a tratar de ir de pie un buen espacio de tiempo. Se que en otros tiempos Iván González hizo una buena gestión, pero por favor Avianca, no más abusos y penalidades.

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